El Señor cumple su promesa y quiere que vivas alegre. ¡Sírvele con tu alegría! | P. Santiago Arellano
LA ALEGRÍA DEL SACERDOTE | DÍA 33 | NUEVO PENTECOSTÉS SACERDOTAL
Esta alegría no es tanto un esfuerzo psicológico que tienen más fácil los que son optimistas, ni siquiera es sólo un acto de la voluntad, aunque tiene algo de ello, ya que Santo Tomás de Aquino explica que «La alegría, es el primer efecto del amor y por tanto de la entrega» (Santo Tomás-STh, 2-2, q28, a.4).
Si uno está triste, ha de buscar un motivo de amor y salir de sí, siendo generoso, entregando su vida. Pero, la alegría que trae el Señor es algo aún más profundo, es un don de Dios.
Así lo explica el Papa Francisco: «El cristiano es un hombre y una mujer de gozo. Esto nos enseña Jesús, nos enseña la Iglesia, en este tiempo de forma especial. Este gozo es algo más que la alegría, es algo más profundo, es un don. Este gozo es como una unción del Espíritu. Y esta alegría está en la seguridad que Jesús está con nosotros y con el Padre. Este gozo no podemos “embotellarlo”, porque si queremos tener esta alegría solamente para nosotros al final se enferma y nuestro corazón se arruga un poco y nuestra cara no transmite esa alegría sino nostalgia, esa melancolía que no es sana».
San Juan Pablo II hablaba así de la alegría: «¡No apaguéis esta Alegría que nace de la fe en Cristo crucificado y Resucitado!, ¡testimoniad vuestra alegría!. Habituaros a gozar de esta alegría!»
Querido hermano Sacerdote mira si Jesús te puede decir así:
Quiero que Mi Alegría sea tu alegría. Que tu gozo, aun en Getsemaní, sea siempre estar unido a Mí. Quiero que tengas mis mismos sentimientos, unidos nuestros corazones en un mismo sentir. Con tu alegría me sirves y vives para Mí. Amado mío, has de morir Conmigo para poder vivir en plenitud una alegría para siempre y para Mí. No temas, tu alma baila y canta en un mismo latir Conmigo.
Respóndele al Señor:
Señor, concédeme tener esa alegría profunda que nadie me podrá quitar. No permitas en mí la vana alegría del mundo. Regálame el fruto del gozo del Espíritu Santo, que me haga vivir permanentemente glorificándote. Dame la certeza de tu Amor y la santidad que necesito para testimoniar tu Alegría. Así como en la Pasión te pido que me dejes compartir contigo tu Dolor, ahora te pido que me dejes compartir contigo tu alegría.
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*Texto del libro ‘Nuevo Pentecostés Sacerdotal. Cincuenta días para renovar nuestro sacerdocio’, escrito por el padre Santiago Arellano Librada. Se puede adquirir en la web de la editorial Cor Iesu, en librerías y plataformas comerciales.
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