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Elvira Pillado, misionera católica en tierras de mayoría musulmana

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Elvira Pillado pertenece a la Congregación de las Religiosas de Jesús-María que atiende proyectos educativos y reparte mucho amor, sobre todo en apoyo de la infancia y de la mujer, en 29 países de 4 continentes. Es la presencia y la acción de la Iglesia católica en la sociedad actual. La pedagogía de Jesús-María se basa en el amor, en la bondad, en la atención a cada persona y en el espíritu de familia.

Nació en Burgos (España) y siempre ha vivido su fe de forma activa. Con 20 años, cuando estudiaba Ciencias Físicas surgió en ella la necesidad de dar un paso más, de dar respuesta a una pregunta interior: «Señor, tú con qué sueñas y yo cómo te puedo ayudar?» Solicitó su entrada en Jesús-María y, ya dentro de la Congregación, fue ganando experiencia atendiendo las necesidades de proyectos que surgían en diferentes lugares de España.

Hace 5 años dijo sí a la misión de Jesús-María en Tánger (Marruecos). Se fue allí en 2018 y tuvo que superar un difícil proceso de adaptación porque suponía un cambio radical en todo. No conocía la cultura ni el idioma. «Al principio no entendía nada. Hasta me parecía que Dios hablaba árabe allí», dice Elvira. Y lo más difícil, conciliar su fe católica en tierra de mayoría musulmana. 

Pero aprendió las «cuatro palabras mágicas»: hola, gracias, por favor y perdón. Aprendió también a hacerse niña de nuevo y aprendió que lo que ella hace ahora con esos niños, de mirada limpia, alegres y curiosos, «es lo mismo que Dios hace con nosotros».

Elvira Pillado junto a otras dos religiosas de Jesús-María se ocupa de gestionar la guardería ‘Sagrado Corazón’, para 100 niños de 3 a 6 años, de familias pobres, y el centro y el centro de acogida ‘Dar-Tika’ (que en español significa Casa de Confianza) donde niñas de entre 6 y 14 años en situación de riesgo por falta de recursos, problemas de abusos o abandono, encuentran una oportunidad para vivir.

‘Dar Tika’ abrió hace 12 años y por el centro han pasado 47 niñas. «Nació como respuesta de la Iglesia a una necesidad muy concreta«, explica Elvira Pillado., La misión de las religiosas en este centro es que las niñas que llegan, derivadas por las autoridades marroquíes, reciban y aprendan a tener confianza en ellas mismas y en sus capacidades; que puedan tener sus derechos básicos garantizados y soñar con un futuro.

Estos proyectos se sostienen gracias a la labor de la Congregación Jesús-María y a los recursos que aporta Infancia Misionera, una de las áreas de trabajo que desarrollan las Obras Misionales Pontificias (OMP), así como otras instituciones privadas.

La Congregación Jesús-María misiona en 29 países

La Congregación religiosa a la que pertenece Elvira Pillado fue fundada por Claudina Thévenet nacida en Lyon (Francia) el 30 de marzo de 1774. Tras vivir las duras experiencias de la Revolución Francesa y el fusilamiento de dos de sus hermanos, comprende que lo que el mundo necesita, urgentemente, es descubrir la existencia de un Dios bueno que quiere sin condiciones a los hombres. 

Claudina responderá a las llamadas que le vienen de aquellas experiencias y las necesidades que va descubriendo especialmente en los niños y jóvenes que viven abandonados y en la ignorancia religiosa. Con 19 años y antes de terminar la guerra, inició un apostolado clandestino defendiendo, junto con otras jóvenes, la fe de Cristo y su mensaje evangélico.

A finales de 1815, con la colaboración de compañeras jóvenes, nace una primera Providencia que recibirá el nombre de Providencia del Sagrado Corazón. En 1818, Claudina se instala definitivamente en una humilde casa, apenas amueblada. Con una obrera, una huérfana y un telar de seda, Claudina acababa de fundar la Congregación de las Religiosas de Jesús-María: “me parecía haberme lanzado a una empresa loca sin ninguna garantía de éxito”, diría la fundadora.

Y la obra se desarrolla y crece bajo la dirección de Claudina. Su principal objetivo es la educación de los niños y de los jóvenes, con una clara preferencia por los más desfavorecidos. Su pedagogía se basa en el amor, en la bondad, en la atención a cada persona y en el espíritu de familia. El 3 de febrero de 1837, un viernes, a las tres de la tarde, muere en la casa de Fourvière. Claudina había tenido una experiencia de Dios, se dio totalmente a Él. Sus últimas palabras: “qué bueno es Dios”, indican el talante de esta gran mujer que se dejó guiar por el Espíritu Santo.

Santa Claudina Thévenet fue beatificada el 4 de octubre de 1981 y canonizada el 21 de marzo de 1993, ambas ceremonias presididas por el Papa san Juan Pablo II. 

«La Iglesia es una gran familia en la que todos somos necesarios»

Infancia Misionera es un Obra Pontificia con la que el Papa implica a los niños del mundo para ayudar a otros pequeños como ellos en las misiones. Y cuenta también con adultos comprometidos, para que los misioneros sigan proporcionando educación, salud y formación cristiana a más de 4 millones de niños en 120 países.

Cada año, se celebra de la Jornada de Infancia Misionera en diferentes fechas en aquellos países donde la Iglesia está presente a través de las misiones y a los que destina el dinero recaudado en las colectas y otras actividades que se desarrollan tanto ese día como a lo largo del año.

D. José María Calderón, director de OMP en España, subraya que «una de las experiencias más bonitas que puede tener un cristiano en su vida de fe es que la Iglesia es una gran familia en la que nadie sobra y, sin ser nadie imprescindible, todos somos necesarios. Una gran familia en la que rezamos juntos y remamos todos en la misma dirección».

Calderón recuerda que el Papa Francisco ha pedido que 2024 sea un año dedicado a la oración. “En este tiempo de preparación, me alegra pensar que el año 2024, que precede al acontecimiento del Jubileo, pueda dedicarse a una gran «sinfonía» de oración; ante todo, para recuperar el deseo de estar en la presencia del Señor, de escucharlo y adorarlo», ha dicho el pontífice.

«La Obra de la Infancia Misionera, en todo el mundo, quiere hacer una llamada a todos los niños a ofrecer alguna oración por los misioneros, por la tarea de evangelización que realizan y por las vocaciones a la misión. Infancia Misionera puede ser la primera promotora de esa preciosa y gran sinfonía de la que habla el Papa», señala el padre José María Calderón.

 

 

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