La Madre de Jesús, la nueva Eva, ruega e intercede ante su Hijo por las necesidades de los hombres, como lo hizo en Caná. Pero antes y con su oración, preparó la llegada de la plenitud de los tiempos. Porque la primera clave de su oración está en la frase que pronuncia María en la Anunción: ‘He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra’. «No solo es una frase hermosa, es la ofrenda de la vida», explica Monseñor Munilla, porque «una oración que no conlleve la entrega de la vida entera es abstracta».
Pentecostés, la llegada del Espíritu Santo, el inicio de la vida de la Iglesia, es otro momento clave en el que se testimonia la oración de la Virgen María: «Todos ellos perseveraban unánimes en la oración junto con algunas mujeres y María, la madre de Jesús…». En ese momento determinante, María está invocando la fuerza del Espíritu Santo para que se derrame sobre el Cenáculo. En la fe orante de María, el don de Dios encontró plena acogida.
En este punto del Compendio del Catecismo, Mons. Munilla detalla la dimensión de la oración de la Virgen María para la Iglesia Católica y los hijos de Dios. «Aprendamos de quien también Jesús aprendió a hacer oración», aconseja el Obispo de Orihuela Alicante.
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