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Tras la pérdida de su hija: «El consuelo profundo que necesitas solo lo da Dios»

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¿Es la muerte el final de la vida? ¿Hay algo después? ¿Tiene trascendencia lo que hago en esta vida respecto a lo que pueda haber al otro lado? Estas son preguntas de difícil respuesta. También es de difícil respuesta perder a tu hija con sal sólo siete años. José Ignacio, es ingeniero, profesor pero sobre todo padre de una familia numerosa, la que tiene aquí y la que tiene en el cielo. Y es que para José Ignacio los hijos son un regalo inmenso de Dios. Así lo fue su hija también que hoy su partida al cielo.

Ella se fue sin previo aviso como explica José Ignacio. «Enfermó por la mañana y al día siguiente murió, así de rápido, así de sencillo y así de doloroso. Cuando ocurren estas cosas te das cuenta de muchas cosas, se te descoloca tu mundo. Se te rompen los esquemas de fe, esquemas sociales, esquemas familiares y te empiezas a plantear muchas cosas desde la fe», explica. Lo que no quería dudar José Ignacio era del amor de Dios, algo que siempre le habían enseñado. «A pesar de todo, surgen esas dudas, no puedes evitarlo. Estuve mucho tiempo con esa lucha de interna, pensando. Dios si me la has regalado por qué ahora te la llevas». José Ignacio pedía explicaciones a Dios, que le explicara el por qué se la llevaba tan pronto.

Lo que si tenía claro es que de este tipo de situaciones tan dolorosas no se podía salir uno solo. «Pero sobre todo necesitas la ayuda de alguien mucho más fuerte que tú y ese es Dios. Por muy buenos consejos que la gente te de, al final no te consuela», comenta. La única petición que José Ignacio pedía era que las personas rezaran por ellos. Poco a poco estas oraciones se fueron notando.

«Ir entendiendo cosas, no hacer ese juicio contra Dios y ver que Dios todo lo hace bien. Esto es algo que no llega de la noche a la mañana. Eso viene de un proceso largo donde le pides a Dios ayuda, sabiduría y discernimiento». Otro de los aprendizajes que pudo tener en este tiempo es que todos tenemos nuestro día y nuestra hora. «Esto es una cosa que me ha ayudado para prepararme para mi propia muerte. Y no es fácil, no es fácil decir que quizás mañana ya no estés aquí. Prepararte tu y preparar a los que tienes cerca. También aprendí a que otros mueran, dejarle partir es muy difícil», explica.

 

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