¿Cómo viven el celibato los sacerdotes?
Te presentamos un programa más del Padre Michel Marie. En este capítulo el Padre nos explica de que forma un sacerdote está llamado a dominar sus deseos carnales, ¿debe suprimirlos? El Padre trata de hacernos ver que somos hombres, constituidos por un cuerpo y un alma, no somos espíritus puros, ni ángeles sin sexo. «El día de nuestra ordenación, he hecho la experiencia, a pesar del toque de gracia que cae sobre nosotros, todo lo que construye nuestro ser no desaparece como si fuera un milagro. Nuestro carácter, nuestro temperamento, nuestras pequeñeces, nuestros defectos, y también nuestros deseos, a pesar de nuestra voluntad de cambiar no desaparecen», explica el Padre. Incluso nos plantea la siguiente pregunta, ¿cómo podríamos a día de hoy comprender a nuestros semejantes y perdonar sus debilidades, si no sentimos ninguna debilidad en nosotros mismos? «Somos cuerpo y alma y así permaneceremos.
El deseo de amar y de ser amado es una de las realidades de las más constitutivas del ser humano, por ello es normal que tu y yo queramos probar esa llamada al amor que puede incluir una atracción hacia otra persona, con toda la emoción que el alma y el cuerpo pueden probar, pero es así, es humana», explica. Pero nosotros como bien explica el Padre hemos elegido únicamente a Cristo y le debemos por ello fidelidad, pero no por ello se elimina en nosotros el deseo de ser amado, reconocido, escuchado e incluso elegido, y por ello la importancia de tener cerca de nosotros unos amigos que nos quieran, que nos apoyen, que nos animen y que tengan una amistad preferencial como Jesús la vivió con San Juan, es la amistad ardiente e indudable que equilibra el poder afectivo del sacerdote.
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