Como a San Francisco de Asís, Dios nos urge a reparar Su Iglesia | P. Emilio Palomo
Su vocación tiene mucho que ver con un entorno familiar estable pero, sobre todo, con el amor a la Eucaristía descubierto en su Primera Comunión y con la cercanía a la presencia de Cristo en sus años de monaguillo. También con el amor a la Iglesia, la certeza maternal de María, y con las personas y los recursos adecuados que Dios fue poniendo en el camino, en cada etapa de su vida, para ir diseñando un plan precioso para Emilio Palomo.
Don Emilio es un sacerdote español que, desde hace 20 años, es párroco (entre otras numerosas tareas) en la Parroquia San Benito Abad que se ubica en el impresionante templo conocido como la Colegiata de Yepes (Toledo, España).
Al «estilo san Francisco de Asís»
Allí encabeza una Iglesia viva, nacida a partir de la preocupación y el cuidado por las personas. Allí actúa en coherencia con su formación y experiencia, con sus talentos y, en cierto modo, en respuesta a una petición «al estilo san Francisco de Asís» cuando el Señor le dijo: «repara mi iglesia ¿no ves que se hunde?».
Y el padre Emilio lucha, con el apoyo de un pueblo ejemplar, por evitar que un templo de Dios acabe por los suelos, tanto en sentido material como espiritual.
Evitar que el edificio no se derrumbe es tan importante (tal vez menos) que mantener el templo abierto, vivo y encendido con una comunidad que se ha ido consolidando como familia y está comprometida con su Iglesia.
Aunque hoy pueda motivar burla, transmitir el amor a la Iglesia no pasa desapercibido
«Una familia unida es casi imposible de quebrar«, recuerda Palomo. Y atender a los pobres, y transmitir los valores que, quizás ahora sean motivo de burla, pero en el futuro pueden ser tabla de salvación de muchos.
«Doy gracias a Dios cada día por ser sacerdote», dice el padre Emilio. Para él, tiene más sentido que nunca en el mundo de hoy «dar la vida por la Iglesia», porque cuando se transmite «el amor a la Iglesia, eso no pasa desapercibido«.
Su llegada al sacerdocio no fue en línea recta. Antes de entrar en el Seminario de Toledo se enamoró de los santos que desde niño empezó a conocer, del encuentro cautivador con el Papa Juan Pablo II, o de su admiración por San Antonio María Claret y la familia claretiana.
Y, aunque no llegó de buenas a primeras al Seminario de Toledo, cuando entró allí supo que «estaba en casa».
No te pierdas el sencillo y profundo testimonio de vocación y canto de amor a la Iglesia del padre Emilio Palomo Guio.
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