«No estaba ni en el último de mis planes intentar ayudar a niños y jóvenes delincuentes» – Carlos Trénor Löwenstein
Sin embargo, ahora ve cada vez más puertas que se abren para sacar a muchos menores de esos caminos que tomaron por error, ayudarles a reconstruir y darles una oportunidad de vivir en, y con, paz. Carlos Trénor Löwestein es abogado, especializado en Derecho Mercantil. Está casado y es padre de tres hijos. Ha tenido a sus padres como referente en todo y, en particular, a su madre como modelo a seguir en la fe. Durante su infancia, esa fe y la práctica católica fueron una constante, pero en la adolescencia se distanció. Recuperó el camino perdido de la mano de su esposa y gracias a un retiro de Emaús, «que marcó un antes y un después, en mi y en toda la familia», nos dice Carlos.
«Ser coherente con tu fe es perfectamente compatible con la profesión que sea», afirma. «Yo puedo defender con uñas y dientes los intereses de mi cliente sin traicionar mis valores cristianos». Y si no se alcanza esa conciliación, «al final no eres feliz y no haces las cosas bien, ni en tu vida personal ni en la profesional».
Con el tiempo, con la madurez, dice Trénor que se va ganando en capacidad de discernimiento y en la conciencia de que matrimonio, paternidad y trabajo son vocaciones y pueden ir perfectamente de la mano.
Un buen día se cruzó en el camino de Carlos Trénor un proyecto muy especial que le cautivó: ‘La Peregrinación del Prisionero’ (LPP). Se lanzó al compromiso del voluntariado – difícil de encajar en su agenda – y dejó que Dios le fuera sorprendiendo con un insospechado itinerario y nuevos compañeros de viaje, tan inquietos y convencidos como él.
Uno de ellos sería Juan José Guerrero, un veterano curtido en «batallas con jóvenes delincuentes», heridos, perdidos y sin oportunidades en la sociedad.
Juanjo Guerrero sería parte de una «curiosa» cadena de providencias que llevaron a Carlos a la Fundación Unblock, de la que ahora es presidente. Un proyecto muy exigente que, en la actualidad compatibiliza con su actividad profesional.
«La necesidad de atender a estos niños y jóvenes es enorme. Están donde están, muchas veces porque arrastran profundas heridas. Y la sociedad actual no ayuda nada promoviendo el desapego a la familia, el desorden, en general, en el vida de los menores y dejándoles después sin oportunidades» de volver a la sociedad, apunta Carlos.
Pero para este abogado y caminante de Emaús, «la esperanza es inmensa, primero porque sí, y luego porque estamos viendo que con poco se pueden hacer cambios enormes en las vidas de estos chicos«. No te pierdas en este vídeo otro modelo de coherencia dentro de nuestro espacio ‘Profesión y Fe’.
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