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Hna. Guadalupe: «Contra el terrorismo nuestras armas son oración, misa, Rosario y Adoración»

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La Hna. Guadalupe Rodrigo pertenece a las Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará (SSVM), familia religiosa del del Verbo Encarnado, una congregación misionera a la que se unión en Argentina, su país de origen. Su frágil salud no resta entusiasmo a su labor misionera, especialmente en defensa de los cristianos perseguidos, a la que ha entregado la mayor parte de su vida.

A pesar de la formación recibida y de su preparación, la toma de contacto con diversos países del Medio Oriente le impactó y le hizo tomar plena conciencia del sufrimiento de los cristianos, solamente por el hecho de llamarse cristianos. «El extremismo y fanatismo imperantes en esos países hace que para el cristiano todo sea difícil allí». Los jóvenes que profesan nuestra fe no tienen las mismas posibilidades para labrarse un futuro. Viven una gran discriminación, una falta total de libertad religiosa. Y la persecución llega a ser sangrienta. «Todos los días se están jugando la vida».

La hermana Guadalupe nos dice que lo más importante de su labor es acompañar, escuchar, consolar, rezar con y por todas estas personas en ese sufrimiento. Por eso, la religiosa subraya «la necesidad como misioneros de apoyar a los cristianos en sus lugares de origen. Los problemas no se solucionan sacándolos de su tierra». Es importantísima la presencia de los cristianos para mantener el equilibrio en esas zonas. «Los mismos musulmanes, lógicamente no los intolerantes, reconocen la riqueza de la presencia cristiana y de la convivencia entre ellos».

Destino Alepo
A finales de 2010, cuando ya llevaba unos 15 años de misión en Oriente Medio, agotada y sin fuerzas, solicitó un tiempo de descanso. Pidió ser destinada a Siria, y en marzo de 2011 llegó a la comunidad de su congregación en Alepo. «Pensaba que era un lugar tranquilo, sin problemas económicos y, por tanto, con menos problemas sociales. Un lugar con sus peculiaridades pero con una tranquilidad inusual en aquella parte del mundo». Apenas tres meses después de su llegada, estalló la guerra.

Dios le pidió que se quedara en medio de aquel conflicto. «No tenía miedo, no me quería ir. Me parecía sentir claramente que eso es lo que tenía que hacer». Aquello no era una guerra entre pueblos, era terrorismo contra los civiles, en especial contra los cristianos. Aun con todo lo que había conocido hasta entonces, la Hna. Guadalupe inició un nuevo capítulo en su vida misionera, el más difícil.

Iglesia perseguida
En Siria descubrió la grandeza de la fe, el testimonio de la verdadera libertad y alegría en medio de una situación tan extrema. «Literalmente la gente daba la vida allí», recuerda. «Fue como un curso intensivo. Yo había aprendido, había enseñado, había experimentado mucho hasta entonces», nos dice la Hna. Guadalupe. Pero en Siria vivió un aprendizaje de la verdadera fe, la verdadera esperanza, el verdadero amor, el que te lleva incluso a dar la vida. En ese escenario, «no hay otra fuente de fortaleza que la oración».

A pesar del peligro permanente en las calles, «ver a toda esa gente en la Misa diaria, en la Adoración, en el rezo del Rosario, esa era la fuente, la gracia que nos sostenía». Y «Dios se hacía sentir, se hacía notar» en el día a día. Recuerda el testimonio de un sacerdote que iba a ser decapitado. Se arrodilló y rezó esperando el momento fatal. Pero su verdugo le gritó «¿quién eres?». «Soy un hombre de Dios», respondió el religioso. ¿»Quién eres que no puedo bajar el cuchillo?» preguntó de nuevo el ejecutor. «Una fuerza le impedía bajar la mano». Los terroristas huyeron y el sacerdote se liberó.

«La fortaleza que los cristianos testimonian allí es una gracia que evidentemente viene de lo Alto, y es algo totalmente desconcertante para los terroristas», dice Hna. Guadalupe.

Un llamamiento al compromiso
«Nos intentan acallar para no incomodar a la sociedad. Pero no podemos olvidarnos de que el primero que incomodó con su presencia fue Jesucristo. Así que no nos podemos quedar indiferentes, hay que tomar una postura definida. Si yo busco hacer el bien, ser mejor, busco el bien de los demás, ser un buen cristiano… todo eso impacta en la sociedad. Pero si vivo en el mal, en el pecado, sin querer salir de él, eso afecta también a toda la sociedad. O coopero para el bien, o coopero para el mal»

Al final de esta entrevista
«Bajo tu amparo», la hermosa oración a la Virgen hecha canto en Media Oriente, pasó a ser el himno de los Nazarenos Perseguidos, el movimiento laico que nació a raíz de los testimonios de cristianos mártires y perseguidos en nuestros días, y cuyas «armas» son la oración y la difusión para dar visibilidad a una situación que, actualmente, sigue siendo real.

No te pierdas el testimonio completo de Hna. Guadalupe y su oración final. ¡Te va a impactar!

 

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