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De ser atea y no creer en la Iglesia a volver a ella y consagrarse a María

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Esta joven de Ecuador de 25 años no siempre estuvo en el camino de la fe y mucho menos dentro de una vocación tan concreta como la que hoy nos viene a contar. De formación politóloga llegó a España a comienzos de este año para estudiar un máster. Pero mientras no está estudiando su labor es la de trabajar de misión. Del país del que proviene, la mayoría de familias son en su origen católico pero no necesariamente practicantes. De hecho hacían los sacramentos porque como cuenta Ivone era lo que había que hacer. «De hecho hice la primera comunión muy obligada.

Me quejaba todos los domingos de tener que ir a catequesis», recuerda. Recuerda de hace poco ver esas imágenes tan importantes de su vida de recibir a Jesús por primera vez y recordar que en ese momento lo último que tenía en la cabeza era a él. En el colegio Ivone era amante de la filosofía y se hizo amante de una corriente filosófica que la volvió atea. «Era un colegio católico y recuerdo que cuando teníamos que decir el Credo yo me quedaba callada. No creía en la Iglesia», explica. Dejó de creer primero en la institución y ya después dejó de rezar. Recuerda cómo las pocas oraciones que sus padres le enseñaron que tenía que hacer antes de dormir o de comer las dejó de hacer. Para Ivone no tenía sentido porque la corriente filosófica en la que ella creía era la de endiosarse a uno mismo. Según esa misma corriente, ella podía decidir sobre todo lo que le pasara en la vida. «Dejé de creer y me junté con un grupo de amigos que a pesar de ser personas buenas, me apoyaban en no creer en Dios». Esta actitud le llevó a volverse una persona depresiva.

Como no tenía en quién poder poner sus problemas le fue invadiendo una gran tristeza. Se volvió una persona muy solitaria a pesar de estar rodeada de gente. Pero hubo un suceso en la vida de Ivone que la marcó y fue la separación de sus padres. Aquí la filosofía en la que ella creía no le dio ningún consuelo y se empezó a acercar a Dios esta vez por necesidad. «Como el hijo pródigo, no regresé con el Padre porque lo extrañaba sino porque lo necesitaba», explica. En esos años ella estaba en un colegio solo de chicas y una compañera de su colegio muy tímida les invitó a Ivone y al resto de compañeras a un curso de consagración de la Virgen. De ese grupo se consagraron todas incluida la propia Ivone.

¿Qué cambio tuvo en su vida esta consagración tan especial para volver a la fe tras muchos años alejada?

¡No te pierdas el final de la historia!

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