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De las adicciones a encontrar el abrazo maternal de la Virgen en Medjugorje

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Emilio es miembro de una familia de clase media de ocho hermanos. A la edad de 13 años, su padre falleció en un accidente de tráfico. Siendo un niño sensible y rebelde se rebeló contra Dios, contra la Iglesia y contra su familia. Después de una vida muy alejado de Dios, un viaje a Medjugorje le cambió la vida.

(Religión en Libertad) Medjugorje se ha convertido para muchas personas en el lugar en el que Dios ha salvado sus vidas, además literalmente. Es el caso, por ejemplo de Emilio Ferrando, que separado de su familia, adicto a las drogas y al borde del suicidio encontró el abrazo de la Virgen en este rincón de Bosnia.

Una vida al borde del suicidio

Emilio es miembro de una familia de clase media de ocho hermanos. A la edad de 13 años, su padre falleció en un accidente de tráfico. Siendo un niño sensible y rebelde se rebeló contra Dios, contra la Iglesia y contra su familia.

Fue entonces cuando se lanzó a experiencias como las drogas y el alcohol, por lo que termina haciéndose adicto a las drogas. Sufrió las consecuencias físicas, económicas y familiares de la adicción. Todo se le desmoronó. Peleado con toda su familia, lo perdió todo.

Al borde del abismo pensó en el suicidio como única alternativa, pero el día que abre la ventana para quitarse la vida su perro lo salvó.

Un sueño y una llamada: Medjugorge

Al día siguiente su hermana se presentó en casa. Su cuñado esa noche tuvo un sueño. En él escucha: «Coge a tu cuñado y llévatelo a Medjugorie», sin haber oído hablar nunca de ese lugar.

Su cuñado le ofreció ir. Estaba muy perdido. No sabía a donde iba. Pero el encuentro con el abrazo de la Virgen cambió su vida. Al principio se sintió engañado. No era su plan perder unos días encerrado en una iglesia y rezando. En ese momento llevaba 38 años sin rezar y sin pisar una iglesia.

Entró en la parroquia. Estaba llena. Permaneció en su interior 5 horas de pie, 3 de ellas sin parar de llorar. Aún hoy no sabe lo que le ocurrió. Lo único que sintió en su corazón fue: «Bienvenido a casa». Allí se confesó con el único sacerdote croata que sabía español.

En Medjugorie se encontró con el abrazo maternal de la Virgen. Ella le hizo experimentar y recibir la Misericordia de Dios. Vuelto a casa se reconcilió con su familia, les pidió perdón por el daño que les había provocado durante tantos años. Entonces recuperó su vida y su familia.

Durante tres meses no paró de llorar. Ahora vive en Medjugorie y dedica su vida a escuchar a las personas que llegan allí, con sus vidas rotas o buscando esperanza.

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