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De profesor de ingeniería del petróleo en Venezuela a seminarista

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Fue durante un tiempo profesor de Ingeniería de Petróleo en la universidad, en Venezuela, uno de los puestos más altos a los que se puede llegar en la vida. Era lo que su familia y especialmente su madre siempre había querido para él, una buena educación que culminara en un puesto de autoridad y referencia en su sector. Pero la vida, más bien el Señor que sabe más que nosotros, le tenía un plan que nada tenía que ver con lo que él había pensado para su plan de vida. Actualmente y desde hace dos años estudia en España, concretamente en en la Universidad de Navarra, en Pamplona, dentro del Seminario Internacional Bidasoa, que apoya la Fundación CARF , que ayuda a hacer posible las vocaciones, como la de él.

Julio reconoce que es necesario estar dispuesto a sacrificarlo todo por la vocación. Y él lo hizo a pesar de las altas expectativas que su madre tenía con él con llegar a lo más alto en lo profesional. Julio es el mayor de dos hermanos de una familia de origen humilde. Por este motivo su familia siempre estuvo muy pendiente de él ya que durante los primeros años de su vida creció con sus abuelos en el pueblo. Más tarde ya se marchó a vivir con sus padres a la ciudad. Un cambio que resultó complicado ya que se unió la crisis matrimonial que estaban viviendo sus padres en ese momento también. Fue cuando Julio tenía 15 años, la situación ya resultaba insostenible que se planteó abandonar su hogar. Como finalmente sus padres se divorciaron, decidió quedarse a vivir con su madre y su hermana.

La situación familiar le hizo tener que asumir responsabilidades en su casa que le hicieron exigirse mucho en su vida y en su profesión. «Desde esa edad tuve que plantearme diversos objetivos que me llevaron a centrarme en alcanzarlos con mucho empeño, dedicación y esfuerzo. Diseñé de tal modo lo que quería para mi vida y seguí ese plan hasta lograrlo . Elegí estudiar ingeniería porque me apasionan los números y por eso mis sueños estaban basados principalmente en graduarme de ingeniero de tal modo que luego pudiera no sólo ejercer en campo, sino también ejercer la docencia en a nivel universitario.».

De su propia vocación a servir al Señor a través del sacerdocio cuenta que cada uno tiene su propia historia y el Señor tiene un modo muy personal de llamar a cada persona a seguirle. Para Julio la fe no era algo novedoso en su vida ya que desde joven perteneció a diferentes movimientos y grupos de apostolado dentro de la Iglesia en su país como Jovenmisión, Pastoral Juvenil, Cursillos de Cristiandad, Legión de María,  destacando uno como es el de Encuentros Familiares de Venezuela, en el que estuvo sirviendo a Dios durante varios años.

Una llamada a la vocación que fue también gracias a la Fundación CARF que ayuda a que ninguna vocación se pierda a través de las donaciones que muchas personas de forma desinteresada realizan para que muchas vocaciones puedan hacerse realidad como la de Julio César, porque ¿Te imaginas un mundo sin vocaciones? como dicen en la Fundación CARF, «es difícil imaginar un mundo completo sin sacerdotes, pero si sabemos lo que sucede en tantísimos lugares donde los sacerdotes no están, sencillamente no hay eucaristía, ni perdón sacramental de los pecados, ni los enfermos reciben la fuerza y la gracia de la Unción, ni podemos vivir los momentos felices de bautizo, comunión o boda por falta de sacramentos.

 

¿Pero cómo fue el despertar a ese llamado al sacerdocio y cómo reaccionó su madre que tanto le apoyo en su carrera profesional como ingeniero?

 

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