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Samuel, el último de los Jueces

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Os presentamos un programa más de ‘Conociendo las Escrituras’ presentado por Beatriz Ozores. En este capítulo explicamos cómo el pueblo de Israel se separó de Dios y cayó una y otra vez en la idolatría, y más tarde en la anarquía, hasta llegar incluso a la guerra civil.

Pero en los momentos de las horas más oscuras, Dios hizo surgir “jueces”, soldados-profetas, que rescataron al pueblo de Israel de sus enemigos. Sin embargo, cuando ya estaban a salvo, se olvidaban otra vez de Dios y el ciclo volvía a empezar. ¿Por que caía Israel tan fácilmente? El libro de los Jueces nos da una respuesta muy simple: no fueron capaces de expulsar a los cananeos. Al pueblo de Israel le resultaba mucho más cómodo asentarse en la tierra que acababan de conquistar e ignorar a los cananeos, que eran muy difíciles de vencer.

El primer capítulo del libro de los Jueces nos da una larga lista de tribus y ciudades cananeas a las que los israelitas dejaron en paz. Los cananeos eran gente a quienes les gustaba vivir en ciudades, construir templos de piedra y habitar cómodas casas de ladrillo. A los israelitas, que eran nómadas acostumbrados a vivir en tiendas, esas costumbres les debieron parecer muy sofisticadas. Así que, allí donde los israelitas se asentaban cerca de los cananeos, se sentían atraídos por su civilización. Y, por supuesto, la religión cananea formaba parte de su civilización.

Pronto las ciudades cananeas se llenaron de israelitas admiradores de sus suntuosos templos y de sus impresionantes ceremonias. Mientras tanto, el pueblo de Israel se desmoronaba. Las tribus comenzaron a actuar como unidades indepen- dientes, no como una nación unida. En una ocasión cayeron incluso en una terrible guerra civil, en la que la tribu de Benjamín fue casi exterminada.

Desunidos y peleados entre sí, las tribus de Israel eran presa fácil para poderes más fuertes como los recién llegados filisteos, que acababan de desembarcar en la costa y que serían los enemigos más odiados de los israelitas durante mucho tiempo (el nombre de “Palestina” viene de los filis- teos (“Philistim”) que se asentaron en aquel lugar). Aunque Dios suscitó líderes para liberar a su pueblo de sus enemigos, el pueblo de Israel permanecía fiel a Dios por breve tiempo y caía de nuevo en la idolatría. Entonces, como castigo por sus pecados, Dios permitía que cayeran de nuevo en manos de otro conquistador.

 

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