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Capítulo 8-2ª Parte ‘Conociendo las Escrituras’: El Deuteronomio

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Os presentamos un programa más de ‘Conociendo las Escrituras’ presentado por Beatriz Ozores. En este programa retomaremos ese momento de Moisés cuando hablaba con el pueblo de Dios y estaba en éxtasis y deja al pueblo con Aaron. El pueblo, viendo que Moisés tardaba en bajar del monte, se congregó en torno a Aarón y le dijeron: –Anda, haznos un dios que vaya delante de nosotros, pues de ese Moisés que nos sacó del país de Egipto no sabemos qué ha sido de él. Aarón les respondió: –Quitad los pendientes de oro de las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos. (Éxodo 32, 1-2) Todo el pueblo se quitó los pendientes de oro de sus orejas y los entregaron a Aarón. Él los recibió de sus manos, los moldeó con un cincel y, fundiéndolos, hizo un becerro.

Ellos exclamaron: -Éste es tu dios, Israel, el que te ha sacado del país de Egipto. Aarón, al verlo, edificó un altar ante él y proclamó: -Mañana habrá fiesta en honor del Señor. Al día siguiente se levantaron temprano, ofrecieron holocaustos y presentaron sacrificios de comunión. Después el pueblo se sentó a comer y a beber, y luego se levantaron para divertirse. (Ex 32, 3-6) ¿Por qué “un becerro de oro”? La estatua de un toro que hizo Aarón representaba a Apis, un dios egipcio de la fertilidad. El toro es un símbolo habitual de la fuerza y el poder. También los cananeos tenían un dios de la fertilidad en forma de toro.

Cuando el autor sagrado nos dice que el pueblo “se sentó a comer y a beber y luego se levantaron para divertirse”, nos está diciendo que se dieron a todo tipo de celebraciones inmorales, tal como en aquel entonces lo hacían los adoradores de otras deidades de la fertilidad. Aarón quizá intentó salvar las apariencias de lealtad a Dios diciendo que la estatua representaba a YHWH, el verdadero Dios, pero, de hecho, el pueblo estaba adorando a un dios de la fertilidad, igual a los que habían visto en Egipto. En otras palabras, el pueblo había renunciado por completo a la alianza que acababan de hacer con Dios y a las leyes morales que iban anejas a ella.

Habían vuelto a los antiguos modos de vida egipcios. ¡Y pretendieron creer que ese dios-toro era el que les había sacado de Egipto! Entonces el Señor dijo a Moisés: -Anda, baja porque se ha pervertido tu pueblo, el que sacaste del país de Egipto. Pronto se han apartado del camino que les había ordenado. Se han hecho un becerro fundido y se han postrado ante él; le han ofrecido sacrificios y han exclamado: “Éste es tu dios, Israel, el que te ha sacado del país de Egipto”. (Ex 32, 7-8)

Y dijo el Señor a Moisés: -Ya veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Ahora, deja que se inflame mi cólera contra ellos hasta consumirlos; de ti, en cambio, haré un gran pueblo. (Ex 32, 9-10)

Moisés entonces suplicó al Señor, su Dios, diciendo: -¿Por qué, Señor, ha de inflamarse tu cólera contra tu pueblo, al que has sacado del país de Egipto con gran poder y mano fuerte? ¿Por qué dar pie a que digan los egipcios: “Por malicia los ha sacado para matarlos entre las montañas y exterminarlos de la faz de la tierra”? Aplaca el furor de tu cólera y renuncia al mal con que amenazas a tu pueblo. Acuérdate de Abrahán, de Isaac y de Israel, tus siervos, a quienes juraste por ti mismo diciendo: “Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo; y toda esta tierra que os he prometido se la daré a vuestra descendencia, para que la posean en herencia, para siempre”. El Señor renunció al mal que había anunciado hacer contra su pueblo. (Ex 32, 11-14)

 

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