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El Papa llama a dejar la queja y el abatimiento y «arremangarse para construir la paz»

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Tras haber celebrado la primera Misa del Año 2022, el 1 de enero, solemnidad de María Santísima Madre de Dios, el Papa Francisco rezó la oración mariana del Ángelus junto a los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro y pronunció su mensaje en la Jornada Mundial de la Paz que se inició con San Pablo VI en 1968. Francisco llamó a construir la paz con el diálogo entre generaciones, con la educación y el trabajo, los tres pilares esenciales para alcanzarla.

Las guerras, migraciones y otras miserias del mundo claman a trabajar por la paz, que «es tanto un don de lo alto como el fruto de un compromiso compartido. Y también necesita una mirada positiva: que siempre se mire – en la Iglesia como en la sociedad – no el mal que nos divide, sino ¡el bien que puede unirnos! No sirve abatirse y quejarse, sino arremangarse para construir la paz».

Previo a su mensaje en la Jornada Mundial de la Paz y el rezo del Ángelus, el Pontífice reflexionó también sobre el Evangelio de la liturgia del día destacando el papel de María tras el nacimiento del Hijo de Dios. Un acontecimiento que no se guarda para ella misma, sino que nos lo presenta en el misterio del pesebre, nos invita a mirarlo, a acogerlo y a adorarlo. «He aquí la maternidad de María: el Hijo que ha nacido nos lo ofrece a todos nosotros», dijo el Pontífice subrayando que al colocarlo ante nuestros ojos, «sin decir ninguna palabra», nos da un mensaje estupendo:

“Dios está cerca, a nuestro alcance. No viene con el poder de quien quiere ser temido, sino con la fragilidad de quien pide ser amado; no nos juzga desde lo alto de un trono, sino que nos mira desde abajo como a un hermano, más aún, como un hijo. Nace pequeño y necesitado, para que nadie deba avergonzarse jamás de sí mismo”. Cuando experimentamos nuestra debilidad y fragilidad, apuntaba el Santo Padre, es cuando podemos sentir a Dios aún más cerca, «porque se nos ha presentado así, débil y frágil».

El Papa Francisco puso atención en que el nuevo año empieza con Dios. En los brazos de su Madre y acostado en un pesebre, nos anima con ternura. «Tenemos necesidad de este aliciente. Vivimos aún tiempos inciertos y difíciles a causa de la pandemia. Son muchos los que están atemorizados por el futuro y agobiados por las situaciones sociales, los problemas personales, los peligros que provienen de la crisis ecológica, de las injusticias y de los desequilibrios económicos planetarios”.

«Mirando a María con su Hijo en brazos, pienso en las jóvenes madres y en sus hijos que huyen de las guerras y de las carestías o que esperan en los campos de refugiados -dijo el Papa-. Y contemplando a María que coloca a Jesús en el pesebre, poniéndolo a disposición de todos, recordamos que el mundo cambia y la vida de todos mejora sólo si nos ponemos a disposición de los demás, sin esperar que sean ellos los que comiencen. Si nos convertimos en artesanos de la fraternidad, podremos tejer los hilos de un mundo lacerado por guerras y violencias.

«Que la Madre de Dios, Reina de la paz, al comienzo de este año obtenga la concordia para nuestros corazones y para el mundo entero», pidió el Papa Francisco.

Fuente: Vatican News

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