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“Si no volvemos a vernos en la tierra, nos volveremos a ver en el cielo”

“Si no volvemos a vernos en la tierra, nos volveremos a ver en el cielo”

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Amigas desde adolescentes decidieron entrar juntas al convento. Ahora se despiden después de más de 60 años de amistad

(Aleteia) Amigas desde los 17 años de edad, juntas decidieron entrar a la vida religiosa antes de cumplir la mayoría de edad, se apoyaron, fueron amigas, trabajaron juntas y decidieron consagrarse a Dios. Una de ellas tomo el camino de la vida religiosa con las Carmelitas de Clausura en el cerrito del Tepeyac en México; la otra decidió entrar con las mismas Carmelitas pero en la vida religiosa activa. Se separaron por varios años durante su formación, se reencontraron años después.

Ahora se han vuelto a reencontrar para despedirse : “Si no volvemos a vernos en la tierra, nos volveremos a ver en el cielo”. Amigas en la tierra, ahora buscan reencontrarse en el cielo. Conoce esta hermosa historia de amistad a continuación.

Así construyeron sus sueños de servir a Dios

Dice la Biblia, las Sagradas Escrituras que encontrar un amigo es un tesoro, las historia de estas dos monjitas inicia hace más de seis décadas en Tenancingo Estado de México donde ellas trabajaron juntas en la casa Santo Desierto de las Carmelitas, lugar donde inició su amistad para toda la vida, lugar donde se econtrar como un tesoro valioso.

En Tenenacingo Estado de México, en la casa del Santo Desierto del Carmen, en ese lugar reían, se acompañaban, comian juntas y conversaban, eran compañeras de habitación, en ese lugar se construyeron sus sueños de servir a Dios.

La amistad y la fe crecen paso a paso

Juntas fueron descubriendo su vocación y juntas fueron discerniendo su llamada vocacional para consagrarse.

En entrevista para Aleteia, la Madre Artemia, nos explicó cómo fue ese camino de amistad que fue creciendo al paso de los años, como fue aumentando su amistad en la presencia de Dios.

La Madre Artemia recuerda cuando su amiga María, llamada ahora Martha por estar consagrada en la vida religiosa, le contó  de su sueño  y anhelo de irse de monja de clausura pues tenía un fuerte llamado.

Por otro lado la Madre Artemia sentía un llamado a la vida religiosa de las Carmelitas pero en la vida activa. Las dos fueron forjando un camino de servicio, una desde la clausura orando por el mundo y la otra forjando un camino de servicio por México y Estados Unidos. Las dos pertencen a las Carmelitas Misioneras de Santa Teresa pero una en clausura y la otra en la vida activa.

Una reja y el COVID-19 impiden el abrazo

Ellas dejaron de verse al entrar cada una a su proceso de formación, años después el deseo y anhelo de reencontrarse les permitió volver a verse pero ya no en Tenancingo, se volvieron a reencontrar en el Cerrito del Tepeyac en la Ciudad de México en el territorio de la Virgen de Guadalupe, donde se encontraba la Madre María (Martha) lugar donde permanecía en clausura.

Hasta ahí su amiga la Madre Artemia, fue a verla, a visitarla, solo las dividía una reja que es tradicional en la vida de clausura, no tenían contacto físico por la reja. Hoy han vuelto ha reencontrarse y hoy se suma a la reja de clausura, el COVID 19 que les impide abrazarse fisicamente nos comentó la Madre Artemia.

Bien dicen que para la amistad y el amor no hay obstáculos, su amor de amigas y hermanas nos dan una lección de esperanza, una lección donde el mundo necesita más amigos y hermanos que enemigos. Ellas han sabido caminar por la vida cada una con sus tareas y a pesar de la distancia, la oración las ha mantenido unidas se han sabido abrazar en la oración diaria, se abrazan en el recuerdo del saber que cada una de ellas sirve a su Señor Jesucristo.

La comunión de los Santos

No falta el contacto físico cuando dos almas se unen en la comunión de los Santos. No hay distancias, no hay fronteras para el amor de unas amigas, pues Cristo las vincula, las une en su amor.

“Ya vine a despedirme de mi amiga María (Martha) pues no se si vuelva ha poder regresar, pues me voy a vivir a Houston Estados Unidos, no tengo la vida comprada, María (Martha) mi amiga, me dijo ahora que la vi, si no volvemos a vernos en la tierra, nos volveremos a ver en el cielo” así lo expresó la Madre Artemia.

Nos explicó además la Madre Artemia, que la oración fue fundamental para durar tantos años unidas como amigas, ella recomienda que las amigas y amigos hagan lo mismo, pues ellas pedían entre ellas perseverar en la gracia de Dios, oraban la una por la otra.

La Madre Artemia pronto volará a Houston, dejando atrás la tierra que la vio nacer, el país donde descubrió su vocación, deja atrás sus recuerdos, su historia y una vida intensa de servicio, deja atrás a su amiga María (Martha), es una despedida temporal y pasajera, pues la vida en este mundo es un momento, solo un instante. Solo Dios sabe si volverá a regresar a México.

Por lo pronto ellas ya están listas para reencontrarse algún día en el cielo, ya sin la reja de clausura y un virus mortal de por medio, ellas están listas para vivir unidas en comunión con Dios para siempre.

Te proponemos orar en este instante por tus amigas y amigos…

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