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La joven empresaria de Silicon Valley que lo dejó todo para ser “Sierva de Dios”

La joven empresaria de Silicon Valley que lo dejó todo para ser “Sierva de Dios”

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(ACI) Montserrat Medina es una joven española de Valencia (España) que a sus 34 años y en la cúspide de su carrera como ejecutiva de Deloitte y fundadora de una exitosa startup en Silicon Valley, lo dejó todo para seguir su camino como “Sierva de Dios” en un convento de clausura.

Montse es una profesional considerada de éxito: posee dos másteres y fue becada para un doctorado de ingeniería matemática y computacional en la Universidad de Stanford. Además, fundó una exitosa startup de marketing digital llamada “Jetlore” en Silicon Valley, y era socia y directora del Área de Analítica Avanzada e Inteligencia Artificial en Deloitte.

Ahora está a solo unos meses de culminar el periodo de “aspirantado” para integrarse a una comunidad de vida consagrada de la Orden de las Agustinas Contemplativas en el Monasterio de Santa Ana, ubicado en el pueblo de Sant Mateu, Castellón.

El Monasterio de Santa Ana se dedica a la vida contemplativa, actividad que solo ha sido interrumpida en la Guerra Civil Española de 1936, cuando la comunidad fue expulsada del convento por las milicias de la CNT, del bando republicano.

Las religiosas llevan un estilo de vida modesto, de oración y trabajo. Además de los rezos diarios y la vida en comunidad, las religiosas se sustentan preparando pastas artesanales, pastel de boniato y de calabaza, hojaldres y otros alimentos en un obrador, que luego comercializan por su tienda online “El Horno de las Monjas”.

Durante un año, Montse ha estado visitando este convento para hacer ejercicios espirituales y eventualmente quedarse con la comunidad de 13 religiosas por periodos de 8 a 10 días, explicó sor Asunción al diario El Español. En abril de este año, la joven concluirá el aspirantado “y entonces, deberá decidir si quiere entrar, porque esto es un convento de clausura total”, agregó.

La noticia de su renuncia a Deloitte se dio de forma inesperada “antes de Navidad”. La prestigiosa consultora la contrató en 2018 por su enorme potencial y le asignó cargos de responsabilidad que Montse asumió con excelencia hasta diciembre de 2020, a la vez que se preparaba en el monasterio.

Para sor Asunción, “Montse ha tenido una llamada fuerte del Señor y quiere dejarlo todo”. “Nosotros a ella no la conocíamos, parece ser que Montse fue mirando conventos por internet, analizando las normas de convivencia y el carisma de la congregación y eligió el Monasterio de San Mateo: ha sido cosa de Dios”, dijo la religiosa.

Según recuerda la religiosa, Montse llegó al convento por primera vez en abril de 2020 para hacer un retiro espiritual. Relató que para ella ingresar a Castellón fue complicado, pues la policía la detuvo por “las restricciones de movilidad de la pandemia de coronavirus”.

En medio de todo, Montse logró pasar al pueblo y quedarse en el convento por una semana. “Todos los días acudía a los rezos a través de la reja y luego participó en una experiencia con toda nuestra comunidad”, dijo sor Asunción. A partir de ese momento, ingresó al aspirantado.

Para sor Asunción este tipo de casos no es extraño, pues en otros lugares del país hay otras mujeres con una trayectoria profesional consolidada que decidieron dejarlo todo para ingresar a su convento. “Hay una maestra de Educación Especial que dejó su trabajo en Valencia y una bióloga”, dijo.

Sin embargo, para el común de las personas el caso de Montse llama la atención, pues cuestiona radicalmente el concepto de éxito contemporáneo. Además de sus varios logros académicos, Montse fundó Jetlore en San Mateo, California, en 2011, y desde allí, junto a su socio Eldar Sadikov, crearon contenidos personalizados para clientes exclusivos como eBay, Inditex o LG.

Su startup fue tan exitosa que incluso PayPal, el gigante estadounidense de pago por internet, le ofreció comprarla. En medio de este contexto de éxito, Montse logró ser un “ejemplo a seguir en el mundo de los negocios”, así que participó en conferencias, mesas redondas y entrevistas para hablar de inteligencia artificial, marketing electrónico, big data, etc.

En una entrevista de 2016 de un canal de Youtube, el mexicano Alex Cormani le preguntó dónde se veía en cinco años. En ese momento, ella dijo que quizás se uniría a una empresa donde pueda aportar, pero también afirmó con mucha sinceridad que “nunca se sabe dónde vas a estar en cinco años. Es un periodo de tiempo demasiado largo”.

En 2017, su empresa obtuvo el puesto 12 por ser una de las startups con más rápido crecimiento en Silicon Valley. Además, Montse alcanzó fama mundial tras recibir la Medalla de Bronce de los Stevie Awards for Women in Business, galardón internacional para emprendedoras y ejecutivas.

En 2018, ingresó como socia de la firma internacional de Deloitte, y en 2019, la reconocida Revista Business Insider incluyó su nombre dentro de la lista de 21 jóvenes españoles menores de 35 años que estaban revolucionado el mundo ‘startup’.

Pese a triunfar y alcanzar el “éxito” del mundo, Montserrat sentía un profundo vacío que no logró llenar ni en las comunidades católicas o voluntariados de servicio a los necesitados. Para ella, la paz del corazón la encontró cuando decidió ofrecer su vida entera a Dios como religiosa contemplativa, como dice ella en su carta de despedida.

Sor Asunción es consciente que a Montserrat le va a costar mucho adaptarse a la vida monástica, pero está segura de que es posible. “Comprendo que a ella le va a costar mucho porque entre su vida y esto hay mucho cambio. Ella se ha podido permitir todos los caprichos, ha estudiado en la universidad y ha viajado mucho. A ella le costará más, pero por amor a Dios se hace todo”, dijo.

Hoy Montse se encuentra con su familia en Valencia, pues “quería pasar tiempo con ellos antes de venir al convento”, dijo. Explicó que como “ha viajado mucho por Japón y por Estados Unidos y ha estado viviendo en Madrid” ha estado alejada de su familia y ahora quiere “cuidar de su madre y despedirse de sus hermanos. Ella es una chica muy maja y quiere dedicarse al Señor”, agregó.

En una breve entrevista que Montserrat concedió a El Español, dijo que por ahora “es importante que yo desaparezca para que Dios obre en los corazones directamente. El testimonio que he escrito tiene todo lo que el Señor ha querido que comparta hasta el momento. Estáis todos en mis oraciones para que Dios siga obrando en vosotros. Que Dios te bendiga”.

Antes de dejar la vida pública, la joven cambió su descripción de LinkedIn a “Sierva de Dios” y dejó una carta donde explica las razones de su decisión y se despide de sus amigos. “Con mucho pesar tengo que despedirme de Deloitte. He decidido dejarlo todo y responder a lo que creo que es una llamada de Dios a seguirle más de cerca. Os dejo mi testimonio donde abro mi corazón para que con la gracia de Dios podáis entender mi decisión. Que Dios os bendiga”.

A continuación la carta:

Mi nueva esperanza: comunicación y confesión

Con todos los riesgos que supone abrir el corazón, quiero hacerlo como una expresión de libertad y una confesión de la fe. A quien lea este escrito le confío algo íntimo y personal, pero que no puedo retener sólo para mí.

Se ha abierto una nueva etapa en mi vida que comporta dejar mi carrera profesional. Creo que Dios me está llamando a dejarlo todo para seguir a su Hijo Jesús más de cerca. Su gracia me ha quitado el velo que cubría mis ojos y he comenzado a comprender cuánto le debo. Él ha puesto en mí un fuego que enciende una insaciable necesidad de amarle y servirle. Muchas veces me pregunto: ¿Cómo puedo yo, siendo pobre criatura, servir y amar al Creador? Pero la respuesta emerge desde dentro: Si Él me llama, en su Nombre me lanzo a esta aventura de dejarlo todo para buscar continuamente su Rostro.

Desconozco la razón por la cual el Señor se ha fijado en mí. Desconozco por qué desde mi infancia cada domingo internamente me conmovía escuchar en un canto de Iglesia “he dicho tu nombre”; no entendía entonces que esto era una gracia particular. Desconozco por qué su Amor me ha concedido gratuitamente los talentos inmerecidos con los que he podido trabajar y realizarme como persona todos estos años. Igualmente desconozco el plan que Él tiene de ahora en adelante para conmigo. Lo único que sé con certeza es que he encontrado “el tesoro” y, como dice el Evangelio, quiero vender todo lo que tengo en este mundo para comprarlo (cf. Mt 13, 44-46). Siento que, secundando esta llamada mi vida adquiere un sentido lleno de luz, que me hace sentirme dichosa y feliz.

La llamada que muestra el pasaje evangélico del joven rico (cf. Mc 10, 17-39) es la llamada que hoy siento dirigida a mí… por más que la llevo dentro desde hace mucho tiempo, pero sin atreverme nunca a responder. Desde hace años quería decir que sí a Jesús, pero no lo hacía sino tímidamente y sólo por dentro. Y mientras demoraba la respuesta verdadera, esa que compromete la vida, usaba todos los talentos que la infinita bondad de nuestro Dios me había regalado, pero los empleaba para mi propia gloria y para acumular riquezas en este mundo. Me apropiaba de los dones recibidos buscando sólo mi propio interés. Y me engañaba a mí misma porque lejos de hacerme feliz esa actitud sólo me provocaba un vacío cada vez más creciente. Ciertamente, mi meta no era otra que lo que la sociedad me enseñó desde mi niñez: estudiar, posicionarme con un trabajo bien remunerado, casarme y tener hijos. La idea de servir al Señor estaba lejos de mis pensamientos: me había hecho un dios a mi medida que debía servirme a mí y ajustarse a mis objetivos y ambiciones.

Así, autoproclamada “buena católica” por mi asistencia física a la eucaristía dominical, pero enorgullecida por la gloria, poder y dinero que iba obteniendo, mi alma se iba construyendo un lugar privilegiado en el abismo del sinsentido de una vida encerrada en el egoísmo. No encuentro palabras para describir el estado tan deplorable en el cual se encontraba mi alma mientras me engañaba a mí misma, convencida de que complacía a Dios. Después de todo, pensaba que algo debía estar haciendo bien: yo me esforzaba y veía recompensa. Ahora me pregunto: ¿Cómo he podido estar tan confundida todos estos años? No era Dios quien me estaba dando la gloria de la tierra sino el príncipe de este mundo quien me estaba engañando sin yo saberlo. Mientras tanto, el Dios misericordioso lo permitió para mi propio bien. He necesitado experimentar estas tinieblas y el poder desgarrador del mundo para apreciar más la vida de la fe y el Evangelio de Cristo. El sufrimiento que comporta seguir a los ídolos del mundo me ha preparado para renunciar a ellos y volverme al Señor en una ofrenda completa de mi vida.

He vivido 12 años “triunfando” según los parámetros del mundo: tengo títulos de la prestigiosa Universidad de Stanford, he fundado una startup en Silicon Valley que ha adquirido una Fortune 100 y con tan sólo 34 años he llegado a ser socia en Deloitte. Yo le decía al Señor: Mira lo bien que he aprovechado tus talentos. Pero sintiendo un profundo conocimiento de la suciedad de mi alma, me percaté de mi mal entendimiento con respecto a la ansiada “perfección” que buscaba en las cosas del mundo, y cuánto más me acercaba a ella, más me alejaba de la verdadera: la perfección del alma que consiste en hacer la voluntad de Dios, verdadera plenitud para la que hemos sido creados.

Hundida en mi miseria, sin saber qué hacer con todos mis pecados he comprendido que el Señor lo perdona todo porque Él es todo bondad y misericordia. Ahora quiero dejarlo todo por seguir a este Dios que ha conquistado mi corazón. Es una deuda de amor lo que vivo… aunque sé que por mi parte esa deuda siempre estará por saldar. Quiero que el Señor sea mi único Dios, y no el dinero. No puedo servir a dos señores. El Señor, nuestro Dios, es el único Señor; y me llama a amarle con todo mi ser.

La inquietud de mi alma me ha llevado a buscar la Voluntad de Dios en comunidades católicas, en voluntariados, hasta planeé fundar una ONG…, pero no encontraba la Paz en ninguno de estos proyectos. Ahora, secundando la llamada a ofrecerme al Señor en la vida consagrada contemplativa, he encontrado la Paz del corazón. Creo que desde esta vocación podré ayudar a tantos que buscan a Dios sin saber dónde y cómo encontrarlo. La Iglesia y la Comunidad de Monjas contemplativas que me acogen me regalan un hogar donde vivir con sencillez evangélica el seguimiento de Cristo en fraternidad. Soy consciente de que es un gran riesgo el que corro dejándolo todo para entrar en un Monasterio… pero la vida vale la pena cuando se arriesga en la búsqueda del Bien. Y “sé de quién me he fiado” (2Tim 1, 12).

Por ello he tomado la decisión más importante y al mismo tiempo más sencilla de mi vida. He decidido, sin ningún remordimiento, dejar de invertir en mi futuro terrenal y empezar a invertir en mi futuro para la vida eterna. Puesto que dejo el mundo para servir y hacer la Voluntad de Dios, tengo la certeza de que el Señor misericordioso suplirá con creces mi falta con aquellos a quienes estoy dejando por Él. No dejo el mundo, propiamente, sino lo mundano. Y quiero entregar mi vida en oración y ofrenda por todos aquellos a quienes Dios ama.

Quiero terminar pidiendo perdón a quienes haya podido hacer sufrir en estos años o por los que se puedan ver perjudicados de alguna manera por esta decisión vocacional. Os agradezco que recéis por mí; yo rezaré por todos.

¡Bendito y alabado sea por siempre el Señor!

Montse

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