Padre Gonzalo: “Hay periferias en todos los lugares en los sitios de élite y en las cárceles”
El padre Gonzalo Ruipérez es sacerdote diocesano en Madrid, ocupa desde septiembre de 2014 el cargo de párroco en la iglesia de San Juan de Dios del barrio madrileño de Vallecas. Es licenciado en Ciencias Religiosas, Filosofía Trilingüe y Teología Moral. Su labor evangelizadora de llevar la Palabra allí donde la Iglesia lo estime oportuno, le ha llevado a aterrizar al barrio de Vallecas donde vive en el día a día la necesidad de cariño, de acompañamiento y del Señor que muchas personas tienen cuando acuden a él pero también la ingente labor de servicio que la propia Iglesia realiza a través de muchos voluntarios que, concretamente en esta parroquia forman en todos los aspectos a las personas que allí acuden. Dan clases de informática, catequesis, y tantas actividades pero no sólo a la comunidad católica sino a todo aquel que lo necesita.
Hay musulmanes, gitanos, payos, todos tienen esa esperanza de cambio y prosperidad para ellos y sus familias. El Padre Gonzalo su pasión de poder evangelizar allí donde la Iglesia lo considera oportuno le llevó a desempeñar diferentes funciones hasta su nombramiento y posterior decisión de ahondar en la figura del santo y en la obra de los hermanos de San Juan de Dios. El Padre Gonzalo es admirador de San Juan de Dios, parroquia con el mismo nombre. Es un hombre es una humildad desbordante y de un servicio sin límites. Tiene una entrega desmedida a los demás. Fue su admiración por San Juan de Dios lo que le motivó a entregarle al papa Francisco una figura del fundador de la Orden Hospitalaria para expresarle la gratitud con de la comunidad y de todos los hermanos y como una manera de renovar ese compromiso exigente que tenía de gran trabajo por su legado que estaba materializado en este barrio de Vallecas.
También colaboró como auxiliar de capellán en la cárcel de Alcalá Meco. Allí aprendió a relativizar porque se encontró con muchas personas que estaban pasando por momentos duros, terroristas, delitos por homicidio. “No es fácil con 22 años digerir eso”, explica. “La necesidades están en todos los lugares, todas las parroquias tienen ‘periferias’, cada uno de nosotros tiene nuestras propias periferias, donde tenemos que adentrarnos y abrazarlas. Por mi recorrido es verdad que he podido estar más cerca de lo que pudiéramos llamar sociológicamente como mundo periférico pero insisto, me encuentro en mi y en todos los hombres que encontrado en mi vida, en la cárcel y en otros ambientes de élite episodios periféricos. Me gusta mucho la frase de todo santo tiene un pasado y todo pecador un futuro”.
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