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¿Cuáles son las Obras de Misericordia Corporales y cómo puedo ponerlas en práctica?

¿Cuáles son las Obras de Misericordia Corporales y cómo puedo ponerlas en práctica?

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(Catholic-Link) Para los católicos las obras de misericordia deberían ser el mandato por excelencia con el que nos levantemos cada día. Y es que si nos fijamos en lo que ellas significan, nos daríamos cuenta que no solo son actos de amor desinteresados sino un camino hermoso que recorrer para transformar nuestro corazón a imagen de Aquel que entregó la vida por nosotros.

Dejemos en claro que no se trata de acciones para dejar la conciencia tranquila, ni para calmar la culpa cuando tenemos «demasiado». La misericordia significa solidarizarse con la miseria, con la necesidad del otro. Vivir el dolor del otro como si fuera nuestro. Hay tantas necesidades, tantos dolores que con actos incluso pequeños podemos calmar un poco. Que Dios nos de la fortaleza, la generosidad y sabiduría para poder emprender el rumbo hacia esa entrega a los demás.

El día de hoy queremos dejarte una serie de caricaturas para profundizar en las «Obras de misericordia Corporales». En una siguiente edición publicaremos las espirituales. ¡Atento!

1. Dar de comer al hambriento 

Esta primera obra se ocupa de lo esencial del ser humano para subsistir, el alimento. Ojalá algo tan elemental pudiera estar garantizado para todos. Lamentablemente no es así. Lleva contigo siempre algo que puedas dar como alimento a un niño, a un anciano o al cualquier mendigo en la calle. Anda a tu parroquia, averigua sobre comedores populares. Verás lo grande de la necesidad y las muchas ocasiones para ayudar que tienes.

2. Dar de beber al sediento

Esta acción se complementa con la anterior. Así como no podemos vivir sin alimento tampoco podemos vivir sin agua. Y en ese sentido me atrevo a decir que el uso que haces de este elemento en casa debe ser responsable. Tal vez tú tengas la dicha de tener agua y en abundancia, pero muy cerca a ti hay gente para la que tomar un vaso de agua es prácticamente un sueño.

 3. Dar posada al peregrino

En épocas antiguas, dar posada al peregrino era casi un acto de vida o muerte. Debido a las condiciones, la ausencia de tecnología y distancias a cubrir, el no encontrar posada en los distintos puntos del camino hacía que muchas vidas se perdieran. Hoy en día podríamos decir que esto ha cambiado.

Y sin embargo no podemos hacernos los de la vista gorda a todas las personas que salen de sus países con un destino incierto buscando no solo oportunidades mejores sino huyendo de condiciones que no hacen posible tener una vida digna. Es verdad que podría tocarnos recibir a alguien en nuestra casa, por pura hospitalidad de amistad o familia. Pero también en nuestra misma familia (y fuera de ella) podemos recibir a alguien por alguna verdadera necesidad.

4.  Vestir al desnudo

Esta obra de misericordia también se trata de cubrir una necesidad tan básica como el vestido. En esta época en que pareciera que la necesidad es la de cambiar de vestuario con cada temporada muchas veces no hacemos una verdadera obra de caridad sino que nos deshacemos de lo que nos sobra. No está mal necesariamente hacer eso, pero también pongámonos a pensar que podemos dar de lo que aún es útil, y poder así trabajar el desprendimiento y el amor.

 5. Visitar al enfermo

Tristemente he escuchado decir que no visitan a los enfermos porque es muy duro, porque deprime. En este pensamiento se esconde un gran favoritismo por lo que uno siente solamente. Visitar a un enfermo es un acto de verdadero amor. Más aún si se trata de no solo visitarlos sino cuidarlos y atenderlos. No se trata de calmar lo físico sino también brindarles una compañía que alentará también el espíritu.

 6. Visitar a los encarcelados 

A quién se le ocurriría ir a visitar a los presos. Qué temor ir a ver a criminales que han cometido fechorías. En qué mente podría caber cosa así. Cuando pensamos con los ojos del mundo, razonamientos así no suenan descabellados. Los presos están privados de esa libertad que tú tienes, han caído en errores, en desgracias graves, han cometido delitos a conciencia. Es verdad.

Pero así también es verdad que mientras se encuentren con vida hay oportunidad para mejorar y crecer como personas. Ayudemos a estas personas a que se desarrollen con un trabajo, por ejemplo, pero también a que su espíritu sane y logren una libertad interior más allá de su propia condena. Esta obra de misericordia incluye también rescatar a los inocentes y secuestrados. En la antigüedad los cristianos pagaban para liberar esclavos o se cambiaban por prisioneros inocentes.

7. Enterrar a los difuntos 

Sabemos que Cristo no tenía lugar sobre el que reposar sus restos. José de Arimatea, le cedió su tumba. Pero no solo eso, sino que tuvo valor para presentarse ante Pilato y pedirle el cuerpo de Jesús. Enterrar a los muertos no es un mandato ni una acción superflua. El cuerpo humano ha alojado el espíritu. Ha sido el templo del Espíritu Santo.

Dar sepultura a los difuntos es un acto de honor y muchas veces de valentía, por ejemplo el reclamar los cuerpos de niños abortados, asesinados, personas que no pueden ser identificadas. La próxima vez que no quieras participar del funeral de un ser querido recuerda que estás haciendo un acto de misericordia.

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