Pablo Guedón: “Durante la hora Santa me encontré de bruces con el Señor”
Pablo y Amaya es un matrimonio de jóvenes con una historia detrás que el caso de Pablo viene de la mano del redescubrimiento del Señor en una travesía muy especial: el Camino de Santiago. Su historia como la de muchas es sencilla pero no menos necesaria de contar. A pesar de provenir de una familia católica practicante cuando empezó su etapa en la adolescencia Pablo se empezó a hacer preguntas cuya respuesta no era fácil de encontrar. Por todas esas dudas y preguntas que empezaba a plantearse fue perdiendo el hábito de cultivar su fe. “Al no encontrarle sentido a esa tradición que venía haciendo, dejé de ir a misa, pasé unos años sin ir a misa”, explica.
A la edad de 15 años volvieron a Madrid ay dejaron Bruselas donde residía con su familia. En ese nuevo entorno de nuevas amistades conoció a un amigo cristiano que le invitó a hacer el Camino de Santiago un verano. “Es verdad que en ese momento no era creyente, pero el Camino de Santiago es algo que todo el mundo tiene que hacer en algún momento”. Se animó a hacerlo y en el viaje se encontró con mil amigos que provenían de la Delegación de Juventud de la Diócesis de Getafe.
Una experiencia que le sorprendió al encontrar un ambiente que no esperaba. “Me juntaba con mil jóvenes católicos en el cual por la mañana se rezaba laudes, luego se rezaba vísperas, luego se rezaba las completas, misa diaria, rosario de camino, confesiones, y claro yo me pregunté donde me había metido”.
Observaba todas estas expresiones de fe como el que asiste a un evento juvenil, seguía sin creer pero respetaba todo lo que esos jóvenes estaban viviendo. Sin darse cuenta a lo largo del camino su forma de pensar ya empezaba a cambiar, era consciente que se estaba encontrando con personas con las que se identificaba el la forma de vida que tenían y expresaban. “Es ahí donde me encontré sin saberlo con una Iglesia viva, con una iglesia joven. Yo notaba en ellos algo que no notaba en otras personas, esa alegría. Les preguntaban que por qué actuaban así y me contestaron que era porque Jesús estaba con ellos y porque estaba vivo.
Empezó en Pablo una búsqueda real de quién era ese Jesús del que hablaba el resto de jóvenes con los que caminaba y de forma natural empezó a abrir su corazón. “Durante la hora santa tuve un encuentro real con Dios, sentí una paz y una alegría que no había sentido nunca. Aquí fue donde me encontré de bruces con el Señor, delante por primera vez”.
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