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Tiempo de Adviento, tiempo de esperanza

Tiempo de Adviento, tiempo de esperanza

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El Papa Francisco nos ha recordado en el primer domingo de Adviento que cuando “todo parece acabado, el Señor viene a salvarnos”. De ahí que debemos “esperarlo con alegría”, “incluso en medio de las tribulaciones, en las crisis de la vida y en los dramas de la historia”. Jesús nos anima y nos pide que estemos “atentos”.

En el inicio del tiempo de Adviento, el Evangelio nos habla de la espera del Hijo del Hombre. Por eso el Adviento es un tiempo de alegre espera de la Navidad para el que podemos -y debemos- preparar el corazón.

¿Qué es el Adviento?

El Adviento, con el que empieza el año litúrgico, es el periodo de tiempo comprendido entre el cuarto domingo antes de Navidad y el día de Nochebuena. Sus colores litúrgicos son el morado y el rosa.
En el calendario litúrgico de la Iglesia católica, el primer día del año no es el 1 de enero, sino el primer domingo de Adviento.
El Adviento es el primer tiempo litúrgico del año que comienza cuatro domingos antes de Navidad y termina en Nochebuena.
Según el día de la semana en que cae el día de Navidad, el tiempo de Adviento puede modificarse ligeramente.

Tiempo de preparación

La Iglesia participa y actualiza esta larga preparación hasta el día en que Cristo se hizo hombre para redimir al mundo, que fue preparado por Dios durante siglos. Es el tiempo específico de preparación a la Navidad. Este tiempo de espera y de preparación no se da sólo antes de la Encarnación, sino que se da en cada año litúrgico y también en la actualidad.

“Al celebrar anualmente la liturgia de Adviento, la Iglesia actualiza esta espera del Mesías: participando en la larga preparación de la primera venida del Salvador”. Catecismo, 524

En el Catecismo también podemos leer:
“La venida del Hijo de Dios a la tierra es un acontecimiento tan inmenso que Dios quiso prepararlo durante siglos. Ritos y sacrificios, figuras y símbolos de la «Primera Alianza»(Hb9,15), todo lo hace converger hacia Cristo; anuncia esta venida por boca de los profetas que se suceden en Israel” (Catecismo 522). En el Antiguo Testamento aparecen varias proclamaciones de este tipo: “Espere Israel al Señor, porque en él se encuentra la misericordia y la redención en abundancia: él redimirá a Israel de todos sus pecados.” (Sal 130, 7-8).

Por eso el Adviento es también un tiempo de arrepentimiento; esperamos con alegría la venida de Cristo, pero también buscamos el perdón por nuestros pecados para poder estar preparados.

Los tiempos litúrgicos no existen sólo para la misa de los domingos, sino también para nuestro beneficio espiritual diario. Para entrar en este espíritu del Adviento, un espíritu de expectación, vigilancia, arrepentimiento y alegría, podemos:

Rezar

“Rezar el Rosario todos los días centrándonos en los Misterios Gozosos” o “hacer una vigilia ante una clínica abortista con algunos amigos. Puedes salvar la vida de algún bebé y tal vez cambiar la mentalidad de alguno de los “Herodes” que dirigen las instalaciones”.

Ayunar

“Hacer un programa de ayuno para Adviento y ser moderado con la comida y la bebida en las fiestas de Navidad”
o “ver menos la televisión durante este tiempo o, por lo menos, ver algunos clásicos de Navidad con la familia o los amigos”
o “bajar el ritmo de compras”.

Dar

“Recupera las obras corporales y espirituales de misericordia y realízalas una a una cada semana hasta que llegue la Navidad. Hay mucha gente herida que necesita sentir y recibir nuestro amor”.
o “háblales del sacramento de la Penitencia a tus amigos y familia y llévalos a un buen sacerdote para que se puedan confesar. ¿No es un grandísimo regalo de Navidad?

(Redacción MMTV con aportaciones de aleteia.org)
Imagen: parroquiamadridejos

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