“También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada”
Evangelio según S. Juan 16, 2-23a
Dijo Jesús a sus discípulos: «En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría. La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre. También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada»
Meditación sobre el Evangelio
Instruye sobre algo que sucederá a lo largo de la historia con sus seguidores y ahora inmediatamente con ellos. Los adversarios de la verdad, los enfilados contra la caridad, el mundo, logrará tundirnos, condenarnos, crucificarnos; si no siempre a cada uno, sí al principal en quien depositamos ilusión y afectos. Cuando tal suceda, agobiados, afrentados, golpeados, el mundo batirá palmas, lanzará hurras, se reirá haciendo fiesta porque al fin nos partieron la boca. Pero este dolor nuestro es el grano de trigo que muere en la tierra; de pronto flota triunfal, trocado en cosecha, multiplicado en cientos de hijos de Dios.
Símbolo la mujer parturienta que con dolores gime, mas su gozo luego es grande cuando contempla al hijo. Será tal nuestro regocijo que, como el de ella, ante la dicha del fruto nos olvidamos del dolor. Feliz apóstol, luz de los hombres, evangelizador, madre de mil hijos: Grande será tu dolor ciertas veces; cuando todo se cierra contra ti es la hora del parto; llevas un fruto magnífico en tu seno, llevas un pueblo; tras corto espacio de angustias, disfrutarás como nadie contemplando la generación celestial que nació.
En la situación actual esta sucesión de dolor y gozo se realizará en ellos con la pasión y muerte del Maestro. Un clamor de triunfo levantarán los enemigos, reventarán de risa por el fracaso del Maestro y se juerguearán durante la Pascua celebrando la victoria. Pero en seguida a los discípulos se les aparecerá resucitado y nadie les quitará la dicha de haber acertado, la seguridad ufana de haberle creído, la alegría de que triunfó. Signo de que igualmente ellos triunfarán y alcanzarán una alegría consumada, eterna, que no les será quitada.
Después del júbilo por la resurrección, vendrá para los discípulos una época luminosa en que las palabras del evangelio no serán marañas ni jeroglíficos, sino claridad. Cuando el Espíritu invade, los ojos poseen una sabiduría diáfana para comprender a Jesús; no hay que estar a cada paso demandando explicación ni consultando tomos u opiniones.
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