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Palabras del Papa antes de la oración de sufragio por las víctimas de la guerra en Irak

Palabras del Papa antes de la oración de sufragio por las víctimas de la guerra en Irak

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(ACI) El Papa Francisco presidió este domingo 7 de marzo, durante su viaje apostólico a Irak, una oración de sufragio por las víctimas de la guerra. El acto tuvo lugar en las ruinas de la ciudad de Mosul, destruida por Estado Islámico, en la Plaza de las 4 Iglesias, conocida como Hosh al-Bieaa. El Santo Padre, en sus saludos previos a la oración, lamentó “la trágica disminución de los discípulos de Cristo, aquí y en todo Oriente Medio”, una disminución que causa “un daño incalculable”.

A continuación, el texto completo del saludo del Papa Francisco:

Queridos hermanos y hermanas,

queridos amigos:

Agradezco al arzobispo Najeeb Michaeel sus palabras de bienvenida y agradezco especialmente al padre Raid Kallo y al señor Gutayba Aagha sus conmovedores testimonios.

Muchas gracias, padre Raid. Usted nos ha contado acerca del desplazamiento forzoso de muchas familias cristianas que tuvieron que abandonar sus casas. La trágica disminución de los discípulos de Cristo, aquí y en todo Oriente Medio, es un daño incalculable no sólo para las personas y las comunidades afectadas, sino para la misma sociedad que dejan atrás.

En efecto, un tejido cultural y religioso tan rico de diversidad se debilita con la pérdida de alguno de sus miembros, aunque sea pequeño. Como en una de vuestras artísticas alfombras, un pequeño hilo salido puede estropearlo todo. Usted, Padre, habló también de la experiencia fraterna que vive con los musulmanes, después de haber regresado a Mosul.

Usted encontró acogida, respeto y colaboración. Gracias, Padre, por haber compartido estos signos que el Espíritu hace florecer en el desierto y por habernos indicado que es posible esperar en la reconciliación y en una nueva vida.

Señor Aagha, usted nos recordó que la verdadera identidad de esta ciudad es la convivencia armoniosa entre personas de orígenes y culturas diversas. Por eso, acojo con agrado su invitación a la comunidad cristiana a regresar a Mosul y a asumir el papel vital que le es propio en el proceso de sanación y renovación.

Hoy elevamos nuestras voces en oración a Dios omnipotente por todas las víctimas de la guerra y de los conflictos armados. Aquí en Mosul las trágicas consecuencias de la guerra y de la hostilidad son demasiado evidentes. Es cruel que este país, cuna de la civilización, haya sido golpeado por una tempestad tan deshumana, con antiguos lugares de culto destruidos y miles y miles de personas — musulmanes, cristianos, yazidíes y otros— desalojadas por la fuerza o asesinadas.

Hoy, a pesar de todo, reafirmamos nuestra convicción de que la fraternidad es más fuerte que el fratricidio, la esperanza es más fuerte que la muerte, la paz es más fuerte que la guerra. Esta convicción habla con voz más elocuente que la voz del odio y de la violencia; y nunca podrá ser acallada en la sangre derramada por quienes profanan el nombre de Dios recorriendo caminos de destrucción.

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