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Gonzalo Mazarrasa: «Madre Teresa, junto con Juan Pablo II, representaban todo lo que yo quería ser»

Gonzalo Mazarrasa: «Madre Teresa, junto con Juan Pablo II, representaban todo lo que yo quería ser»

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(Religión en Libertad) Gonzalo Mazarrasa es sacerdote, y además canta. Ha compuesto más de 200 canciones y ha publicado varios discos de música relacionada con la fe. Sin embargo, no le gusta que le definan como un sacerdote cantante. Él se considera cura. Y más atrás aparece su faceta artística.

Este sacerdote madrileño, formado en Toledo, que ha sido misionero y que ahora se encuentra en Asturias llevando 16 pueblos es una persona de gran carisma y predicación. En una entrevista en la web del Arzobispado de Oviedo habla de su llamada vocacional, la importancia que han tenido en su trayectoria santos como Teresa de Calcuta o Juan Pablo II así como de su actual labor en esta región española:

-¿Cómo llegó a Toledo, siendo madrileño, para estudiar en el Seminario?

– Cuando sentí la vocación, estaba estudiando el quinto año de Arquitectura en mi ciudad, en Madrid, donde nací hace 62 años. Pero a mi director espiritual, que era jesuita, le destinaron a Toledo y me propuso que me fuera con él allí, al Seminario.

– La Madre Teresa de Calcuta jugó también un papel importante en el proceso.

– Sí, cuando ya sabía que tenía vocación, que era octubre del 79, yo estaba haciendo en Madrid la mili. Y en un fin de semana que fui a casa, vi que mi madre tenía un libro que habían publicado hacía poco, se llamaba Algo hermoso para Dios, de un periodista inglés, Malcolm Muggeridge. Me llevé el libro a la mili y me enteré, además, de que un seminarista de Toledo era colaborador de la madre Teresa de Calcuta. Pocos meses después, ya en el año 80, la madre Teresa vino a fundar el primer convento en Madrid, y yo pedí permiso para poder ir a conocerla.

-¿Cómo fue conocer a la madre Teresa?

– Fue algo espectacular. Ella era entonces famosísima, pero yo tenía “enchufe” gracias a mi amigo, que tenía pase directo. No me olvidaré jamás de aquel día, fiesta, por cierto, del Sagrado Corazón de Jesús: el 18 de junio de 1980. Fuimos a la casita de Leganés, donde las Misioneras de la Caridad habían acababan de abrir aquel primer convento. Me dirigí a ella en inglés, y le dije que quería hablar, y ella me atendió muy amablemente. ¡Con todo lo que tenía! Me impresionó mucho que, en aquel minúsculo rincón de Leganés, aquel día caluroso de junio, después de hablar con altas jerarquías, políticos, etc. me recibiera tan atentamente.

– En aquel momento ella era una figura muy conocida.

– Era el culmen de la santidad. La madre Teresa de Calcuta tenía un testimonio evangélico muy fuerte, y además Dios la había puesto en el candelero junto con otra gran persona, como era Juan Pablo II.  Ambos, para mí, eran dos testigos que Dios había puesto en el mundo y que representaban todo lo que yo quería ser.

– ¿Continuó su relación con las Misioneras de la Caridad?

– Siempre estuve en contacto. He ido con mucha frecuencia a visitarlas, a celebrar misa, a dar retiros o confesar a la casa que tienen en el Paseo de la Ermita del Santo, en Madrid. Me lo pedían ellas porque yo chapurreo el inglés. En una de estas visitas, estaba la superiora de la comunidad de Casablanca (Marruecos), y me pidió que fuera a ayudarlas. Lo hice durante tres años. Fue una experiencia estupenda, donde, entre otras cosas, ayudaba con un campamento en julio para estudiantes católicos de Guinea Ecuatorial que acudían a la universidad de Marruecos. El campamento se lo pagaban las monjas porque aunque ellos pertenecían a la clase media-alta, en realidad eran pobres y en el campamento les daban de comer tres veces al día. Actualmente estoy acudiendo a Tanger, donde me pidieron que les ayudara. Son visitas rápidas, de unos 3 o 4 días, y voy a la Casa que las hermanas tienen, situada justo en la antigua misión católica española, en pleno zoco. Las religiosas allí hacen una labor impresionante con madres solteras y niños de la calle.

– La música ha jugado también un papel importante a lo largo de su vida. Ha sido cantautor, tiene varios discos…

– En mi familia siempre hubo tradición musical, y aprendí a tocar la guitarra con 15 años. Me salía espontáneamente lo de escribir canciones, y eso sí, me cuidaba muy mucho de que no saliera la palabra Dios, porque sabía que tenía vocación al sacerdocio y no quería. A los 21 años, escribí de repente un día una canción religiosa, que decía “Rompe con mi pasado y llévame lejos detrás de ti, por el sendero estrecho. Junto a Tu Madre quiero seguir las huellas cálidas de tu amor y el palpitar de tu corazón. Junto a mi hermano, abrázame en Tu dolor”. Ese mismo verano, en Zaragoza, la Virgen me tiró del caballo y me dejó sin novia y sin carrera. Y me fui al Seminario.  Actualmente tengo más de 200 canciones escritas, varios discos, pero siempre digo que no me dedico a esto. Que no soy un cura cantante, sino un cura. Y que si me lo piden, canto. Pero procuro no poner la fuerza en esa faceta.

– Lleva tres años en nuestra diócesis, y actualmente está al frente de la UP de San Andrés de Pola de Allande. Son dieciséis pueblos, algunos con muy pocos habitantes.

– Después de pasar una temporada en Madrid, cuidando de mi hermano, decidí regresar a Toledo. Pero don Jesús, nuestro Arzobispo, se enteró y en seguida me propuso venir a Asturias. En Toledo gracias a Dios hay muchos sacerdotes así que me vine. Primero estuve en Ibias, donde llevaba seis parroquias, y por mi buen comportamiento me han ascendido a dieciséis.

Si la Iglesia fuera una multinacional, ya habría cerrado todas las sucursales rurales, por falta de productividad. Pero la Iglesia gracias a Dios no es eso, sino que es el Cuerpo de Cristo, que ama lo mismo al que está perdido en el monte, que al que está en la gran ciudad, pues Cristo va buscando a sus ovejas perdidas, y manda a sus curas, no con criterios de rentabilidad humana, sino con otros criterios sobrenaturales.

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