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Joven novicia de clausura: “He sido más feliz de lo que he sido en toda mi vida”

Joven novicia de clausura: “He sido más feliz de lo que he sido en toda mi vida”

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(ACI) Marisa Macicior es la única vocación que las clarisas de Monzón (España) han tenido en los últimos años, según explicó la joven en un vídeo publicado pocos días después de su entrada en el convento aseguró que “he sido más feliz de lo que he sido en toda mi vida”.

Marisa Macicior es una joven de 23 años que en 2018 entró en el monasterio de clausura de las Clarisas de Monzón (España), el pasado 2 de marzo tomó el hábito, es decir, inició de manera formal el noviciado en esta congregación en una ceremonia presidida por el Obispo de la Diócesis de Barbastro-Monzón, Mons. Ángel Pérez.

Pocos días después de entrar a vivir en el monasterio, en abril de 2018, Marisa explicó a la web de la diócesis cómo encontró su vocación y por qué decidió entrar en este monasterio de clausura.

“Aunque vengo de una familia cristiana, cuando yo era pequeña, la fe se vivía con el típico ‘yo soy creyente pero no practicante’”, asegura Marisa que recuerda que fue su tía Marta la que le fascinó hablándole de la fe.

Cuenta que su tía le dijo que iría a un retiro, ella pensó que se refería al parque del Retiro que se encuentra en Madrid y no a un retiro espiritual. “Acabé en el colegio de Cluny. Como empecé a ir a los retiros, también lo hicieron mis padres, que siguen hasta ahora. Desde entonces ha sido un camino de encuentro, porque Dios existe, Dios quiere y Dios habla”, asegura.

En ese sentido, Marisa explica que el descubrimiento a su vocación religiosa ha sido paulatino, “poco a poco he ido conociendo a una persona que está viva y es real”, entrar en el grupo de oblatos de María Inmaculada fue definitivo para ella. “Tuvimos una convivencia para preparar un campamento y me di cuenta de que estaba muy lejos de Dios”, indicó.

En un momento de dificultad, Marisa pidió a su director espiritual hacer un retiro de unos días y fue al monasterio de las clarisas de Monzón, “con la única pretensión de encontrarme con Dios y resituar mi vida”.

El retiro duró seis días y Marisa asegura que no volvió a su casa en Madrid con la decisión de ser clarisa, sino con “el convencimiento de que tenía que vivir una vida auténtica”.

Según explica, durante esos días con las religiosas le tocó “la coherencia de las hermanas”, y le caló muy hondo “querer ser muy coherente con mi fe”, porque en el monasterio se encontró “cara a cara con Él”, y también consigo misma.

Por eso comenzó a sentir la necesidad de ir a Misa, comulgar y rezar todos los días; y “en medio de ese silencio, Dios empezó a tocar muchas cosas que estaban en mi corazón”.

Sin embargo fue durante la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Polonia cuando “el Señor se puso serio”, porque ella sentía que “quería algo más”.

Al regresar de la JMJ, Marisa asegura que se dio cuenta de que había muchas cosas en su corazón que no podía compartir con su novio, que era ateo.

Después de terminar esa relación comenzó un proceso de discernimiento. “Volví a Monzón con las monjas y empecé a conocer la vida de Santa Clara. Fe bonito y conmovedor, porque en su manera de responder al Señor, encontré el modo en que yo quería vivir toda mi vida”, precisó la joven.

Marisa asegura que Santa Clara es “fascinante” y que lo que más le atrajo fue “ su forma tan real y coherente de responder a Dios”.

“Un aspecto clave es la pobreza, que yo no había vivido, ni muchísimo menos. El no ser nada para que Él lo sea todo es muy sencillo, pero llena una vida. La sensación que tenemos en la sociedad actual es de tener cuanto más mejor y la realidad es que no estamos siendo felices. No llevo aquí ni dos semanas y ya he sido más feliz de lo que he sido en toda mi vida”, precisa Marisa.

Además asegura que nunca ha querido “a nadie tanto como ahora quiero a Dios, y siento que no le quiero nada. El corazón vibra de una manera distinta” e insiste en que le diría a los jóvenes que “no se conformen con una felicidad de fin de semana” porque “está en juego su vida”.

A pesar de que ahora vive en un monasterio de clausura, Marisa afirma que allí ha encontrado “una verdadera libertad”, porque “uno no es más libre por tener muchas opciones para hacer cosas que no quiere hacer, sino que es libre de verdad cuando elige lo que quieres hacer y lo hace”.

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