Predicación, persecución y oración: Papa Francisco explica cómo era la vida de San Pablo
(ACI).- En la homilía de la Misa celebrada en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco detalló las tres dimensiones que caracterizan la vida de San Pablo: “predicación, persecución y oración”.
En su misión evangelizadora, San Pablo mostró tres actitudes, señaló el Santo Padre: “Celo apostólico para anunciar a Jesucristo, la resistencia ante las persecuciones, y la oración para encontrarse con el Señor y para dejarse encontrar por el Señor”.
“La vida del Apóstol Pablo es una vida siempre en movimiento. Es difícil pensar en Pablo tomando el sol en una playa, relajándose”, observó el Pontífice.
1. La predicación.
La primera actitud que podemos observar en Pablo es “la predicación, el anuncio”. Pablo, explicó el Papa, “va de un lado a otro para anunciar a Cristo. Cuando recibe la llamada para predicar, para anunciar a Jesucristo, esa misión ¡se convierte en su pasión!”.
San Pablo “no se sienta delante del escritorio, no. Siempre permanece en movimiento. Siempre lleva adelante el anuncio de Jesucristo. Tenía dentro un fuego, un celo…, un celo apostólico que le empujaba a continuar. Y no se apartaba de su camino. Siempre adelante”.
2. Las persecuciones.
La segunda dimensión de la vida de Pablo son “las dificultades. Más en concreto, las persecuciones”.
Francisco puso un ejemplo de cómo el apóstol hacía frente a esas dificultades. En un momento dado, fariseos y saduceos se unieron para acusar a San Pablo. Pero entonces, “el Espíritu inspiró a Pablo un poco de astucia”.
Pablo “sabía que los que le acusaban no estaban unidos, que entre ellos había muchas luchas internas. Sabía que los saduceos no creían en la Resurrección y que los fariseos sí. Y él, para escapar de esa situación, dice con voz potente: ‘Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos. He sido sometido a juicio por la esperanza en la resurrección de los muertos’”.
“Apenas dijo esto, se desarrolló una disputa entre los fariseos y los saduceos, porque los saduceos no creían en la resurrección. Aquellos que aparentaban unidad, se dividieron”.
El problema de estos fariseos y saduceos, indicó Francisco, es que “habían convertido la doctrina en ideología. Cogieron la ley, cogieron la doctrina, cogieron la fe y la transformaron en ideología”.
3. La oración.
La tercera dimensión de la predicación de San Pablo, según el Obispo de Roma, es “la oración. Pablo tenía una intimidad con el Señor”.
“En una ocasión –destacó el Papa– dijo que había sido llevado al séptimo cielo por medio de la oración, y no sabía cómo decir las cosas bellas que había sentido allí. Este luchador, este anunciador sin fin ni horizonte tenía aquella dimensión mística del encuentro con Jesús”.
“La fuerza de Pablo era ese encuentro con el Señor que hacía en la oración, como en aquel primer encuentro camino de Damasco cuando andaba persiguiendo a los cristianos. Pablo es el hombre que encontró al Señor, y no se olvida de aquello, y se deja encontrar por el Señor, y busca al Señor para encontrarlo. Un hombre de oración”, finalizó Francisco.
Lectura comentada por el Papa Francisco:
Hechos 22:30; 23:6-11
30 Al día siguiente, queriendo averiguar con certeza de qué le acusaban los judíos, le sacó de la cárcel y mandó que se reunieran los sumos sacerdotes y todo el Sanedrín; hizo bajar a Pablo y le puso ante ellos.
6 Pablo, dándose cuenta de que una parte eran saduceos y la otra fariseos, gritó en medio del Sanedrín: «Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos; por esperar la resurrección de los muertos se me juzga.»
7 Al decir él esto, se produjo un altercado entre fariseos y saduceos y la asamblea se dividió.
8 Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu; mientras que los fariseos profesan todo eso.
9 Se levantó, pues, un gran griterío. Se pusieron en pie algunos escribas del partido de los fariseos y se oponían diciendo: «Nosotros no hallamos nada malo en este hombre. ¿Y si acaso le habló algún espíritu o un ángel?»
10 Como el altercado iba creciendo, temió el tribuno que Pablo fuese despedazado por ellos y mandó a la tropa que bajase, que le arrancase de entre ellos y le llevase al cuartel.
11 A la noche siguiente se le apareció el Señor y le dijo: «¡Animo!, pues como has dado testimonio de mí en Jerusalén, así debes darlo también en Roma.»
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