En unos ejercicios espirituales de san Ignacio, escuchó un mensaje del camino que debía seguir | Guillermo Barazzutti
Llevaba una vida de fe bastante liviana, sin profundizar ni participar demasiado en la Iglesia. La vocación religiosa de uno de sus hermanos y unos ejercicios espirituales marcaron un cambio de rumbo definitivo para su futuro.
En 2009, uno de los hermanos de Guillermo ingresó en el Seminario del Instituto del Verbo Encarnado (IVE). Vivir de cerca la vocación religiosa de su hermano y de sus compañeros seminaristas, empujó a toda la familia a un camino de conversión.
En 2013, Guillermo se incorporó a un grupo de formación católica en el IVE, empezó a asistir a misa regularmente y Guillermo fue ordenando su vida de fe con la frecuencia de sacramentos. En 2016, asistió a un programa de formación que la congregación ofrece a universitarios y jóvenes profesionales sobre teología, filosofía y otros contenidos católicos.
Al finalizar ese curso se hacen unos ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola, mujeres y hombres por separado. Guillermo había oído que estos retiros a veces provocan muchos cambios en la vida de las personas.
La primera vez que los hizo, durante las charlas que se impartían en el retiro, el escuchaba un mensaje: “Guillermo, dale a Dios lo que es de Dios. No te guardes nada”.
Interpretó que era la llamada al sacerdocio. Y, tan convencido estaba, que la segunda vez que asistió a los ejercicios ignacianos salió de su casa pensando que no volvía, que ya se quedaría en el Seminario.
Pero el mensaje en esa segunda ocasión fue diferente. Otra frase resonó fuerte en él: ‘El Hijo del hombre no tiene donde apoyar la cabeza’.
El movimiento grande que Dios le pedía para su vida ahora era en otra dirección. Entendió que no era ser sacerdote, porque todo empezaron a ser imágenes que le llamaban a crear una familia.
En aquellos ejercicios espirituales Guillermo había conocido a su futura esposa. Dice que no le hizo demasiado caso, porque él andaba todavía creyendo que era llamado al sacerdocio. Pero después de aquel mensaje y de un año de conocerse, se casaron y son padres de cuatro hijos.
Desde entonces caminan juntos, aferrados a la oración y confiados en la Divina Providencia. Así afrontan las dificultades diarias, entre otras la falta de estabilidad laboral que pueda garantizar el sustento de la familia. Confiados en Dios padre y proveedor, siguen firmes en la fe.
Escucha el sencillo testimonio de Guillermo Barazzutti para conocer cómo Dios puede revelar su plan para cada uno de sus hijos. El es informático programador de profesión y, de un tiempo a esta parte, entre otros clientes viene colaborando con proyectos católicos como la Asociación Amar al Amor y el portal Voz Católica (https://vozcatolica.com/)
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