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Miércoles 25º del Tiempo Ordinario 25-09-2019

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“Se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes”

Evangelio según S. Lucas 9, 1-6

Habiendo convocado Jesús a los Doce, les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades. Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles: «No llevéis nada para el camino: ni bastos ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco tengáis dos túnicas cada uno. Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si algunos no os reciben, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de vuestros pies, como testimonio contra ellos». Se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes.

 

Meditación sobre el Evangelio

P oder de milagros confiere Jesús a los Doce; es que Dios estará con ellos, con todo el que avance en su nombre. Ir rociando de favores a la gente, en la medida de sus fuerzas, en la proporción que Dios le concedió; no cobrar, no exigir remuneración, pues Dios se lo dio para darlo, y Él pagará. Legítimo sería requerir remuneración y alimento, puesto que no queda tiempo para ganarlo; pero hay ocasiones en que es fatal requerirlo, y siempre es abominable cuando se utilice el apostolado como medio de vida: a esto se refiere Jesús; en ocasión tan decisiva, era inoportuno que demandase el obrero su salario. Procuraba, además, enseñarles a no subordinar su apostolado al dinero; es hoyo donde habían de caer tantos y se hundiría mil veces la obra de Dios. Dinero, dinero: «no llevéis oro ni plata…». Córrese Jesús al otro extremo y les pondera, «un bastón en la mano y basta»; Les invita a que vayan en Dios confiados y reciban sin rubor la alimentación de parte de las gentes, «pues el obrero merece su sustento».

Hospedarse en casa que lo merezca, familia que se calcule apta para el Reino; permanecer en ella. Con vosotros entrarán dones del cielo y será una fortuna para ellos haberos hospedado; mas como resistan a la Nueva que lleváis, las mercedes del cielo, no hallando donde posarse, volverán y se retirarán con vosotros; pues de tal casa os iréis y de la aldea que no acepte el mensaje. Así sucederá todos los siglos: personas y grupos que se obstinan, conviene dejarlos a su insensatez, no tratando de majar en hierro frío ni martillar en piedra que te dispara esquirlas. Marchad a otras partes en que os reciban, a otras personas que acojan el mensaje. Antes de alejaros, dejadles constancia de que resisten a Dios, sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos.

Se reirán, acaso, de vosotros ante vuestra seguridad, os despreciarán por ilusos o malos, pero yo os aseguro que el día del juicio va a ser terrible para ellos.

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