“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”
Evangelio según S. Lucas 21, 29-33
Dijo Jesús a sus discípulos una parábola: «Fijaos en la higuera y en todos los demás árboles: cuando veis que ya echan brotes, conocéis por vosotros mismos que ya está llegando el verano. Igualmente vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán».
Meditación sobre el Evangelio
En vísperas de su Pasión fortalece nuestra esperanza, describiéndonos en sus líneas fundamentales toda la historia hasta el fin. En ella destaca la solicitud del Padre por sus elegidos, el fracaso de los malos y el triunfo de nuestro Cristo. Creamos en Él sin desfallecer jamás, y ostentemos en nuestra predicación y nuestras obras su doctrina, sin apostatar nunca, cobardes, de la caridad, por más que el mundo se encienda ni por clamoreo que se levante; seguros de que todo está previsto y que Dios está con nosotros y que Jesucristo triunfa con cuantos creen en Él.
Con el símil de la higuera retorna a la ruina de Jerusalén. Lo mismo que las hojas anuncian en la higuera la inminente primavera, los ejércitos aproximándose a Jerusalén anuncian su ruina. Más aún, asegura que no habrán desaparecido todos los de la generación presente antes de que se cumpla su profecía: De los actualmente vivientes habrá quienes pervivan cuando la destrucción.
Certísimo, añade; tan cierto como existe el sol. Antes se disolverán los astros y el mundo que fallar mis palabras: Los astros pasarán, la tierra pasará, mis palabras no pasarán.
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