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Sábado 8º del Tiempo Ordinario. 29-05-2021

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“¿Quién te ha dado semejante autoridad para hacer esto?”

Evangelio según S. Marcos 11, 27-33

Jesús y los discípulos volvieron a Jerusalén y, mientras paseaba por el templo, se le acercaron los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos y le preguntaron: «¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad para hacer esto?». Jesús les replicó: «Os voy a hacer una pregunta y, si me contestáis, os diré con qué autoridad hago esto: El bautismo de Juan ¿era del cielo o de los hombres? Contestadme». Se pusieron a deliberar: «Si decimos que es de Dios, dirá: “¿Y por qué no le habéis creído?” ¿Pero cómo vamos a decir que es de los hombres?». (Temían a la gente, porque todo el mundo estaba convencido de que Juan era un profeta). Y respondieron a Jesús: «No sabemos». Jesús les replicó: «Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto».

Meditación sobre el Evangelio

U na delegación importante del Sanedrín se encara con Él en el templo. Representantes de las tres fracciones del Gran Consejo se presentan autoritativos, inquisitoriales, demandando con qué derechos y licencias está actuando. Lamentable postura del Consejo Religioso. Son penoso espectáculo los ancianos y custodios de la religión, cuando entre méritos de austeridad y solemne presencia, yerran despiadadamente: «Ni entran ni dejan entrar». Varias veces les había solucionado esta cuestión y nunca le quisieron entender. Datos les proporcionó a menudo con que pudieran discernir y convencerse. En vano. Ahora repetían, en coyuntura más crítica, con número mayor, con intención peor, pues que tenían decretado asesinarlo.

Buscaban justificarse ante el pueblo, para arrojarlo a continuación en los calabozos. No se prestó a su juego pérfido. Replicó a su insidia con habilidad. Opuso a la pregunta, otra pregunta: ¿Juan vino de Dios o fue un truhán? ¿Su predicación y bautismo eran inspiración del cielo o fantasía de un iluso? La pregunta fue sagaz. Si Juan fue de Dios ¿por qué no creyeron a Juan que testimonió de Jesús?, ¿por qué no creyeron a Juan que señaló la misma línea que Jesús?

Aquellos comisionados con fría lucidez se percataron de lo que implicaba responder a favor del Bautista. Por otro lado sería fatal desautorizarlo, pues que el pueblo allí presente le guardaba una total veneración. Optaron por zafarse, contestando: «No sabemos». Desgraciada contestación en quienes ostentaban la dirección suprema espiritual. Fue la única salida que se les ocurrió.
Manifiestamente, no estaban dispuestos a nada que apoyase a Jesús. Se patentizó que villanamente le buscaban las vueltas. Para que todos cayeran en que no jugaban limpio, exclamó: ¿No me queréis responder? pues ¡yo tampoco!

Magnífica entereza, que no se arredra por personajes tan altos ni ante potestades tan fuertes. Cara a la muerte va, ni piensa retroceder. Solo el amor y la fe se arriesgan tanto. Es la caridad, sabiduría; cuanto mayor, más sabe y penetra, más se le ocurre e ingenia. Tanta caridad Jesús, es una cima su ingenio.

El Espíritu del Padre anida en la caridad y responde desde ella.

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