1. Home
  2. ACTUALIDADVida de la Iglesia
  3. Confiar en todo momento, la propuesta de la Divina Misericordia en mi alma
Confiar en todo momento,  la propuesta de la Divina Misericordia en mi alma

Confiar en todo momento, la propuesta de la Divina Misericordia en mi alma

253
0

(Hozana) Próximos a la fiesta de la Divina Misericordia el domingo 11 de abril, creyentes de todo el mundo tendrán la oportunidad de participar en la “Divina Misericordia”, un encuentro en línea cotidiano para cultivar la confianza en el infinito amor y misericordia de Dios hacia cada uno de sus hijos, en todo momento de la vida.

Más de ocho mil participantes descubren cada día testimonios de hombres y mujeres de diferentes edades sobre la reconciliación, el perdón que sorprenden e inspiran. Como el de aquella dama que perdonó, acogió y cuidó en su propia casa, al asesino de su joven hijo.

En la Divina Misericordia en mi alma los participantes pueden confiar sus intenciones y orar por las de las demás, teniendo así una comunión cotidiana en la oración, que se alimenta a su vez, de las reflexiones en audio alrededor del mensaje de la gran Apóstol de la Divina Misericordia, Sor Faustina.

Di a todas las personas, hija Mía, que yo soy el Amor y la Misericordia. Cuando un alma se acerca a Mí con confianza, la lleno de tal abundancia de gracias que no puede contenerlas dentro de sí, sino que las irradia a otras almas”. (Diario de Santa Faustina, Tercer Cuaderno, 1074)

Jesús, se acerca, nos toca y nos da vida

Jesús durante su ministerio público, con todas sus obras y palabras, nos comunicó el infinito amor del Padre Dios. En Jesús, vemos ese amor gratuito y generoso de Dios por toda la humanidad, especialmente por los más sufrientes, los alejados, los pecadores, los descartados, los que no cuentan según la mentalidad del mundo.

Algunos pasajes bíblicos nos permiten ver esa cercanía de Dios al pecador, lo notamos, por ejemplo, en el gesto de acercarse a los leprosos para curarlos. No obstante, la ley judía de su tiempo prohibía a los leprosos acercarse a la comunidad. En una ocasión, uno de ellos con miedo intenta acercarse a Jesús y de rodillas, manteniendo una cierta distancia, le suplica que, si lo desea, lo sane. Jesús no se hizo el sordo, él actuó inmediatamente con compasión y amor, no sólo le acercó, sino que le tocó y lo curó (cfr. Marcos 1, 40-45). Un gesto que conmueve. Tocándolo podría contagiarse de su impureza, pero Jesús no tiene ni miedo ni repugnancia por nuestras miserias, él busca devolvernos la dignidad perdida. Por lo que después de esa curación, es Jesús, quien no puede entrar en la ciudad y debe quedarse fuera, Jesús vino a ocupar nuestro lugar en donde nos sentimos o somos tratados como miserables, leprosos, rechazados y así rescatarnos para devolvernos la salud perdida, una nueva vida.

No descansa hasta encontrarnos

Jesús es el buen pastor, que no descansa hasta encontrar a su oveja perdida. Cuando hemos sido las ovejas necias y ariscas que nos hemos alejado del rebaño, siguiendo nuestros propios antojos y caprichos, Él ha ido a buscarnos. Cuando nos ha encontrado, no viene a acogernos a golpes o a gritos por el mal cometido, sino que, viendo lo débiles y frágiles que éramos para caminar por nuestra propia cuenta, nos ha tomado en sus brazos y nos ha conducido al rebaño; haciéndonos descansar en verdes praderas, reparando nuestras fuerzas y guiándonos por el recto sendero (cfr. Salmo 23, 2-3).

Jesús, es el buen samaritano (cfr. Lucas 10, 25-37), que cuando va de camino y encuentra al pobre mal herido, no pasa de largo, sino que se detiene, cura sus heridas, lo toma en brazos y lo lleva a la posada donde puedan cuidar de él hasta que se recupere.

La expresión máxima del amor del Padre manifestado en Jesús, lo vemos en la cruz. Condenado injustamente, como el peor de los malhechores, solo y abandonado por la multitud que antes lo había aclamado como a su rey y mesías, Jesús oraba al Padre por toda la humanidad, incluidos nosotros. En medio de su dolor físico y moral, y en la agonía de la cruz, mientras lo insultaban, él clamaba al Padre para que nosotros tuviéramos un camino de diferente el del perdón, el del amor que da siempre la vida.

Para profundizar y seguir este camino que Jesús nos propone, podrán unirse desde hoy a la Divina Misericordia en mi alma y recibir cada día una meditación en audio, en Hozana.

Carolina Lizarazo -Bross y Juan Manuel Beltrán, de Hozana

 

La Divina Misericordia en mi alma
en
Hozana

(253)

DONA AHORA