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Beatas mártires y pioneras en la universidad española: una farmacéutica y una catedrática de Letras

Beatas mártires y pioneras en la universidad española: una farmacéutica y una catedrática de Letras

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(Alfonso Carrascosa- Religión en Libertad) En las cercanías del 8 de marzo es buena idea hablar de mujeres notables que merecen ser conocidas. En esta ocasión vamos a presentar a una pionera farmacéutica y una catedrática de Filosofía y Letras, mujeres de ciencia y pensamiento, españolas del siglo XX, que además son, para la Iglesia, beatas, vírgenes y mártires. Se trata de Elvira Moragas, de Madrid, y Luisa Mª Frías Cañizares, de Valencia.

Elvira Moragas, la primera licenciada en Farmacia de España

Elvira Moragas Cantarero nació en Lillo (Toledo), el 8 de enero de 1881. Su familia se trasladó a Madrid cuando ella tenía 4 años porque su padre era el proveedor farmacéutico de la Casa Real. Elvira, hija y nieta de farmacéuticos, estudió primero en el Instituto Cardenal Cisneros y después estudió Farmacia en la Universidad Central de Madrid.

Elvira fue una pionera en la universidad. Fue la primera mujer de España que se licenció en Farmacia. Lo hizo en 1905. Se convertía en la 29ª mujer española que realizaba estudios universitarios. Ejerció en la farmacia de su padre varios años.

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Elvira Moragas en su juventud

También fue la primera mujer española en matricularse en Cursos de Doctorado de Farmacia, estudiando microbiología, entre otras asignaturas. Los cursos de doctorado daban una formación científica que se enriquecía con las llamadas «asignaturas de doctorado cursadas», lo que aplicables a un trabajo de investigación permitía acceder al título de doctor.

En 1915, con 34 años, Elvira ingresó en el Carmelo. Tomo el nombre de María del Sagrario de San Luis de Gonzaga. Tomó el hábito el 21 de diciembre, hizo su primera profesión el 24 de diciembre de 1916 y la definitiva el 6 de enero de 1920. En el convento ejerció diversas labores, desde enfermera hasta tornera. Después fue maestra de novicias y priora del convento.

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Elvira Moragas ya como la carmelita María del Sagrario

El 1 de julio de 1936, fue elegida priora por segunda vez. Eran malos tiempos. Ese mismo mes, el 18 de julio, recién iniciada la Guerra Civil española, fueron apedreadas las ventanas de la iglesia conventual. La Madre María del Sagrario dijo a las religiosas que, si querían irse con su familia, eran libres de hacerlo, pero que ella se quedaba en el convento. La mayoría se quedaron con ella. Ella rezaba diciendo: «Tengo que velar por todas mis pequeñas».

El 14 de agosto, mientras rezaba la Liturgia de las Horas, miembros del Frente Popular la apresaron en el convento y la condujeron a la checa de la calle Marqués de Riscal, 1, de Madrid, que era el palacio de los condes de Casa Valencia. Esta checa actuó entre julio de 1936 y mayo de 1937. Era gestionada por milicias del Círculo Socialista del Sur y dependía orgánicamente de la Inspección General de Milicias Populares, la cual, a su vez, dependía directamente del entonces socialista y Ministro de la Gobernación, Ángel Galarza Gago.

Una de las prioridades de esta checa era conseguir objetos de valor. Interrogaron a la priora por «los tesoros del convento». Ella respondió escribiendo en un papel: «¡Viva Cristo Rey!» Desde allí se la llevaron, insultándola y agrediéndola verbal y físicamente, a la pradera de San Isidro, donde la fusilaron por la noche, víspera de la Asunción. Así engrosaba el número de científicos asesinados por el Frente Popular (léase aquí «El Frente Popular acabó con más científicos en tres años que la Inquisición en tres siglos»).

Un testigo presencial, la Hermana Natividad, que estuvo junto a ella en esas últimas horas que pasó en la checa, afirmó: «Siempre veía a la Madre como a una santa; la veía siempre recogida, con un semblante de paz y de serenidad».

El 10 de mayo de 1998, el Papa Juan Pablo II beatificó a la antigua farmacéutica como mártir, junto con la Madre Maravillas de Jesús.

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Retrato idealizado de la beata mártir,
con símbolos farmacéuticos

El Papa dijo ese día: “El libro del Apocalipsis nos ha presentado la visión de Jerusalén, «arreglada como una novia que se adorna para su esposo» (Ap 21, 2). Aunque estas palabras se refieren a la Iglesia, las podemos aplicar también a las dos carmelitas descalzas que han sido proclamadas beatas en esta celebración, habiendo alcanzado el mismo ideal por caminos diversos: la madre Sagrario de San Luis Gonzaga y la madre Maravillas de Jesús. Ambas, con el adorno de las virtudes cristianas, de sus cualidades humanas y de su entrega al Señor en el Carmelo teresiano, aparecen hoy a los ojos del pueblo cristiano, como Esposas de Cristo.La madre María Sagrario, farmacéutica en su juventud y modelo cristiano para los que ejercen esta noble profesión, abandonó todo para vivir únicamente para Dios en Cristo Jesús en el monasterio de las carmelitas descalzas de Santa Ana y San José de Madrid. Allí maduró su entrega al Señor y aprendió de Él a servir y sacrificarse por los hermanos. Por eso en los turbulentos acontecimientos de Julio de 1936, tuvo la valentía de no delatar a sacerdotes y amigos de la comunidad, afrontando con entereza la muerte por su condición de carmelita y por salvar a otras personas”.

Su vida ha sido estudiada por José Carlos Areses Gándara en su libro “La vida de la beata María Sagrario: farmacéutica, carmelita y mártir”.

Luisa Mª Frías, beata y catedrática de Letras, horriblemente torturada

Los restos de la beata Luisa Mª Frías descansan en la parroquia Santo Tomás Apóstol de Valencia. De la web de la parroquia tomamos un resumen de su vida.

Era profesora de la Universidad de Valencia y vecina de Valencia (de la que actualmente es la calle María Cristina). Nació en Valencia el 20 de junio de 1896. Ya en la universidad «demostró ser una mujer moderna e inteligente». Hacía apostolado en la universidad y en su parroquia. Era miembro de Acción Católica y fue una de las fundadoras de la rama femenina de las universitarias de Acción Católica en su parroquia de Santo Tomás Apóstol.

Se licenció en Filosofía y Letras, sección Historia, y después fue profesora y catedrática auxiliar en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Valencia. No era nada común en los años 20 que una mujer fuera catedrática universitaria.

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Beata, mártir y catedrática auxiliar de Filosofía y Letras,
horriblemente torturada a los 40 años

«Daba muchas limosnas a los necesitados. Por razón de su fe peregrinó a Tierra Santa (¡en aquellos tiempos!) así como a Lourdes. Se encerraba horas en su habitación para rezar», podemos leer en la web de su parroquia.

El 24 de noviembre de 1936, los milicianos la detuvieron en su domicilio y la llevaron a la checa anarquista situada en el Banco Vitalicio y luego a la del Seminario (C/ Trinitarios) hasta el 5 de diciembre, donde fue maltratada y forzada a firmar la entrega de sus ahorros a los milicianos. Después la llevaron al picadero de Paterna la noche del 5 al 6 de diciembre. Antes de morir la torturaron para que renunciase a su fe y dando vivas a Cristo Rey entregó su vida, perdonando a sus verdugos. Tenía 40 años.

Su cadáver fue enterrado en el cementerio de Valencia, sección 10, derecha, núm. 18 hasta que el 13/5/1958 fue trasladado a la capilla de su parroquia, Santo Tomás Apóstol de Valencia. Fue beatificada por Juan Pablo II el 11 de marzo de 2001 y su fiesta litúrgica se celebra el 6 de diciembre.

En el libro Los horrores de la Guerra Civil. Testimonios y vivencias de los dos bandos, José María Zavala da más datos de su martirio en un párrafo titulado ‘Sin ojos ni lengua’.

Dice así: “Luisa María Frías Cañizares, de cuarenta años, era profesora de la Universidad de Valencia. Su calvario empezó la madrugada del 5 al 6 de diciembre de 1938, cuando los milicianos la trasladaron a Paterna: ‘Su temple no menguó en aquellos críticos instantes: supo ser valiente, animosa, sin ocultar un solo momento su condición de cristiana, por lo que fue gravemente ultrajada. Antes de morir la torturaron sacándole los ojos y cortándole la lengua, porque gritaba con valentía: ¡Viva Cristo Rey!”.

El presbítero Jose Manuel Silva Moreno añade algún detalle a los últimos momentos de Luisa María, concretamente los de la llegada a la checa: “la obligaron a desnudarse, y la registraron, recibiendo insultos y malos tratos”.

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