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Domingo 4º de Pascua.-Jornada y colecta de vocaciones nativas 12-05-2019

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“Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano”

Evangelio según S. Juan 10, 27-30

Dijo Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».

 

Meditación sobre el Evangelio

P ara percibir todo esto (sin necesidad de analizarlo), para atisbar el Dios que late en Jesús, en su obrar y hablar, es menester un peculiar instinto. Sus ovejas lo poseen, y apenas oyen a Jesús conocen lo celestial de su voz. Hombres de voluntad viciada, se les gangrenó el instinto divino y desconocen la voz; hombres de corazón torcido, son ovejas de un pastor avieso que, aviesamente, los aparta del bien. El bien los llama, Jesús los llama, pero no entienden su voz y se recelan.Los de voluntad recta y alma buena le oyen y corren tras de Él.

Aquellos enemigos que le cercan, aunque vestidos de reverencias a Dios, no sorprenden a Jesús con su oposición y repugnancia; se los tiene muy sabidos, que son casta mala; una a una, conoce perfectamente a sus ovejas y discierne al punto cuáles son. Ellas, a su vez, disciernen entre todos los falsos pastores, entre todas las falsas doctrinas; corren a Él y le siguen. Él las sustenta, las cuida, les da vida eterna, una vida que no acaba en la tierra, sino que principia para durar siempre; una vida, además, no al modo de los hombres, sino al modo de la eterna de Dios.Los perversos, los lobos, animales salvajes de distintas camadas, querrán devorarlas; pero no podrán, porque Dios le ha dado a Jesús un brazo tan fuerte que nadie las arrebatará de su mano. ¡Impresionante potencia de Jesús, venturoso Pastor constituido para criarnos y guardarnos a través de todas las circunstancias y los siglos!

Todos debemos un poco o un mucho ser así pastores, como Él. Las ovejas conocerán nuestra voz, y el Padre nos dará fuerza tal, que nadie las pueda arrebatar de nuestra mano.El Padre es el que le dio sus ovejas. Es Dios, es el Omnipotente; en su comparación, todo hombre o demonio es una mota de polvo: «Nadie puede arrebatarlas de su mano, porque el Padre es mayor que todos». Aquí se detuvo Jesús, y como quien no dice nada, dejó caer una frase increíble, definitiva: «Yo y mi Padre somos una cosa».
Fue clara la intención; declaraba que esa donación del Padre a Él, esa primacía colosal, ese cuidado en todo semejante a la Providencia divina, que como hombre se arrogaba, es una consecuencia llana de igualdad que la persona de Jesús guarda con el Padre.

Soy de su misma sangre, vino a significar.

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